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El presidente francés, inquieto por el futuro del País Vasco

«Se hará todo lo necesario para que la policía española no venga a ajustar sus cuentas a Francia», escribía el diario parisiense Le Matin, dejando entender que la frase había sido pronunciada por el presidente de la República, Valéry Giscard d'Estaing, ayer, ante los consejeros generales del País Vasco francés, a quienes recibió durante algunos momentos. El presidente, al terminar su viaje por Aquitania, abordó con prudencia el problema vasco y el de la descentralización en Francia, dejando entender que le inquieta el futuro de las provincias vascas españolas.

El jefe de prensa del palacio del Elíseo declaró ayer a EL PAÍS que la frase citada al comienzo de esta información, atribuida implícitamente por un diario al presidente francés, «no figura en los discursos del señor Giscard d'Estaing y no corresponde a sus intenciones. Ahora bien», añadió, «nosotros no acostumbramos a desmentir este tipo de informaciones periodísticas». La referida frase inquietó en cierta medida a las autoridades españolas en París, que, por su parte, afirmaron que, tras consulta al Elíseo, podía asegurarse que «esa frase no la pronunció el presidente».Lo cierto es que el señor Giscard d'Estaing ha rozado el problema vasco francés a su paso por Aquitania y, de igual manera que suelen hacerlo otros responsables franceses, el presidente se manifestó comprensivo con la defensa de «las culturas y las sensibilidades regionales, pero una cierta efervescencia no debe asustarnos. Mi tarea fundamental, por encima de todas las demás, consiste en mantener la unidad de la nación».

Ayer, en Burdeos, aludió a una cierta descentralización que debe suceder, en Francia, al centralismo. No precisó ninguna etapa o acción en este sentido. Pero quizá, desveló las posibilidades eventuales de esta descentralización en Francia al declarar, el día anterior, refiriéndose a España, que en «Bayona o en Pau no es posible mantenerse indiferente frente a las dificultades, sin duda inevitables, que atraviesa la joven democracia española y frente a las interrogaciones concernientes al futuro de las provincias vascas de España».

El presidente dijo, en definitiva, que las tradiciones vascas «deben preservarse fielmente» y que es posible tolerar «ciertas manifestaciones de afectividad» si este tipo de manifestaciones no alimentan «no se qué dialéctica institucional o administrativa que amenazaría la armonía de nuestro país».

En el plano más estrictamente interior, el viaje por Aquitania del presidente galo, terminado ayer en Burdeos, se interpreta como un primer acto electoral cara a las elecciones presidenciales de 1979. De hecho, todas las iniciativas del señor Giscard, como las de los partidos políticos de la oposición, se inscriben en este horizonte electoralista. A lo largo del periplo, todos los observadores han anotado las «flores» que les dedicó sucesivamente a los ministros de Exteriores y de Trabajo, Jean François Poncet y Robert Boulin, y al presidente de la Asamblea Nacional, Jacques Chaban Delmas, todos ellos valorados como «posibles» primeros ministros, en el caso probable de que, en los meses venideros, sea licenciado el actual jefe de Gobierno, Raymond Barre.

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