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Pugna entre moderados e izquierdistas en la conferencia laborista británica

La primera votación en torno a las reformas constitucionales, propuesta por la izquierda laborista en la 78 conferencia anual del partido, terminó ayer en empate a uno. La conferencia rechazó por 4.010.000 votos contra 3.076.000 una moción izquierdista, en la que se pedía que la responsabilidad para la elección del líder del partido recayera en la conferencia anual y en la ejecutiva nacional, dominada por el ala radical, en lugar de en el grupo parlamentario como ocurre ahora.

A diferencia de lo que ocurre en otros partidos socialistas europeos, el líder del laborismo no es el secretario general o el presidente del partido. Cuando se habla de líder en Gran Bretaña se refieren al líder parlamentario.Los delegados aprobaron casi por el mismo margen de votos otra propuesta de la izquierda relativa a la selección de los candidatos en cada elección general por parte de las respectivas circunscripciones. En la actualidad, un diputado electo tiene el derecho a presentarse automáticamente por la misma circunscripción hasta que sufre una derrota electoral.

Una tercera y todavía más crucial votación se celebrará hoy para decidir sobre quien debe recaer la responsabilidad última en la redacción del manifiesto electoral del partido, si a los miembros del grupo parlamentario, como hasta ahora, o a la conferencia y a la ejecutiva nacional.

Las tres mociones constituyen un intento del ala izquierda laborista, encabezada por el ex secretario de Energía, Tony Benn, para hacerse con el control del partido, a través de la presentación de sus candidatos y por medio del control de un manifiesto radical, en contra de las tendencias más moderadas o socialdemócratas del grupo parlamentario.

En realidad, una de las acusaciones lanzadas contra Callaghan es que vetó desde su puesto de primer ministro varias de las propuestas incluidas en el manifiesto laborista.

En su discurso a la conferencia, Callaghan, 67 años, recordó a muchos delegados veteranos la batalla librada por su antecesor en la jefatura laborista, Hugh Gaitskell, cuando prometió «luchar, luchar y luchar» por la moderación en el partido. Callaghan pronunció un discurso combativo y vibrante.

El veterano dirigente explicó que su gobierno buscó por todos los medios un entendimiento con los sindicatos, «porque la política económica de cualquier Gobierno laborista sólo puede triunfar si se realiza de acuerdo con los trade unions», pero que ese entendimiento no fue posible por la intransigencia de algunos.

Los sindicatos rechazaron la limitación salarial del 5% propuesta por el Gobierno Callaghan, sumiendo al país en una espiral de huelgas

El líder laborista defendió calurosamente una propuesta de los sindicatos para que se realice «una profunda encuesta» sobre el funcionamiento del movimiento laborista, «porque siempre hemos estado a favor de la reforma y del cambio». Pero pidió a los delegados que rechazasen las mociones presentadas por la izquierda, ya que la comisión de encuesta las hacía innecesarias.

«El Partido Laborista ganará las próximas elecciones. Pero es necesario que las gane con un programa y unas convicciones, y no solamente como resultado del desencanto del electorado con la política conservadora», manifestó.

El discurso de Callaghan fue bien recibido por la mayoría de los delegados, aunque al final de los 55 minutos de duración el aplauso sólo se prolongara durante un minuto, en comparación con los ocho que le dedicó la conferencia en su última sesión. Curiosamente, uno de los delegados que aplaudió más entusiásticamente fue el dirigente de la izquierda Tony Benn.

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