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El control del laborismo británico enfrenta a las alas izquierdista y moderada

¿Socialdemocracia o socialismo marxista? Esta es la incógnita que se despejará esta semana durante la 78 Conferencia anual del Partido Laborista británico, que se inicia mañana en la localidad residencial de Brighton, a orillas del canal de la Mancha.Porque realmente lo que se debate, tras la lucha por el control del partido entre las alas izquierda y moderada, es el rumbo que el socialismo británico tomará en los próximos años.

A veinticuatro horas del comienzo del congreso, las espadas están todavía en alto, con una ligera inclinación hacia la izquierda en el precalentamiento que ha precedido a la batalla. Los protagonistas del enfrentamiento son el actual líder del partido, James Callaghan, que representa la tendencia socialdemócrata o moderada, y los diputados Tonny Benn y Eric Heffer, máximos protagonistas de la izquierda laboristas.

Uno y otros controlan sus peones. Callaghan dispone de los votos del shadow cabinet o Gobierno en la sombra, y de los de la mayoría de los diputados laboristas en la Cámara, que forman lo que se conoce como Parliamentary Labour Party. Benn y Heffer están respaldados por la casi totalidad de los miembros de la ejecutiva nacional.

El debate se va a centrar en tres proposiciones que la ejecutiva nacional presentará a la conferencia. Estas proposiciones son las siguientes: 1.ª, que el manifiesto electoral sea redactado por el congreso y no por el partido parlamentario; 2.ª, que los diputados se sometan a la reselección automática por parte de sus respectivas circunscripciones en cada elección, y 3.ª, que el líder del partido sea elegido por el pleno de la conferencia, por la base, y no por el partido parlamentario, como ocurre ahora.

Aparentemente, las mociones son inocentes, e incluso, como recordaba recientemente el Guardian, ha causado sorpresa en los partidos socialistas europeos el que se las considere como revolucionarias. Sin embargo, dentro del contexto de la política británica, basada en la teoría del equilibrio entre las tendencias, las propuestas son importantes y su posible aprobación marcaría un hito en la historia del laborismo británico.

Callaghan y los moderados temen una radicalización del partido si el manifiesto es redactado por una base radical, lo que se traduciría en un alejamiento del electorado.

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Basta citar, por ejemplo, que uno de los puntos que pretende incluirse es el compromiso por parte de un futuro Gobierno laborista de renacionalizar las empresas del Estado privatizadas por los conservadores sin ninguna compensación económica a los accionistas.

A pesar de dos dramáticas intervenciones de James Callaghan en la última semana en pro de la unidad laborista en la conferencia, las mociones serán presentadas a debate y votación. En una reunión de cerca de ocho horas celebrada ayer en Brighton, la ejecutiva nacional rechazó una nueva petición de Callaghan para aplazar el debate hasta el año que viene. La única esperanza que le queda al veterano político de 67 años es que prospere una petición de los sindicatos, cuyos votos serán decisivos, a favor de la celebración de una encuesta sobre el funcionamiento interno del Partido Laborista, quedando entonces esas mociones subsumidas en la propuesta de encuesta.

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