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Pesimismo radical de los técnicos del Fondo Monetario ante la situación económica

En un momento especialmente crítico de la economía mundial, los 138 gobernadores del Fondo Monetario Internacional (FMI) comienzan el próximo martes en Belgrado su reunión anual, que se prolongará durante tres días. Hoy, sin embargo, han empezado ya las reuniones preparatorias del 34 encuentro anual del FMI con una sesión del llamado grupo de los diez (países más importantes del organismo), que, a nivel de suplentes, primero, y de gobernadores después, examinará el que parece ser el tema central de la conferencia: el análisis de la liquidez internacional y la búsqueda de fórmulas comunes para imponer, por medio de la creación de una cuenta de sustitución, algún tipo de disciplina en los mercados financieros. Por parte española preside la delegación ante el FMI el ministro de Economía, José Luis Leal.

La reunión de Belgrado ofrece la característica curiosa de ser el primer encuentro del organismo monetario mundial que tiene lugar en un país de economía socialista. Yugoslavia, país no integrado, sin embargo, en la esfera política soviética, dispone de un sistema económico muy particular dentro del socialismo y, a nivel monetario, su integración en el FMI ha dado a su moneda nacional y a sus mercados cambiarios una estabilidad y disciplina desconocida en otros países socialistas.El 34 encuentro anual del FMI y del Banco Mundial se produce en el momento más crítico de la economía mundial desde la recesión de los años 1974-75. El último informe del organismo, que será discutido en los tres días de sesiones abiertas, ha pintado un panorama especialmente pesimista sobre el momento de la economía mundial, y afirma que la recesión que se avecina, como consecuencia primordial del estancamiento de la economía norteamericana y los altos precios del petróleo, se verá acompañado, «durante un período mínimo de quince meses, de un alto índice de inflación, desempleo generalizado, importantes desequilibrios en las balanzas exteriores, crecientes medidas proteccionistas y atonía en el comercio mundial».

Más grave aún, los directores redactores del informe no parece que se ponen de acuerdo a la hora de sugerir remedios a los Gobiernos de los países miembros para salir de la crisis. Por el contrario, reconocen que las tradicionales políticas de rentas, junto a las típicas fiscales y monetarias, han servido de poco en los últimos meses para evitar que se desacelere la actividad económica en los países considerados locomotoras a nivel mundial.

Para ponerla de nuevo en marcha, el FMI vuelve a pedir a los países en mejor situación -buena balanza exterior y limitada inflación- que repitan los sacrificios de los años 1974 y 1975 y que no intenten protegerse del mal que afecta a sus vecinos -alta inflación, desempleo y parón en la actividad económica- por medio de medidas proteccionistas, tanto a nivel comercial como monetario.

Informe confidencial a los gobernadores

Dentro del contexto de la situación económica mundial, uno de los informes que se espera con más preocupación es el que será presentado, a nivel privado, a los gobernadores del FMI y el Banco Mundial por parte de los directores. Este informe se sabe que contiene una visión aún mucho más pesimista sobre la duración de la crisis, y en él se afirma que la actividad económica se estancará a unos niveles tales durante 1980 que impedirá un crecimiento positivo en términos reales.Aunque las consecuencias de la crisis que se avecina parecen claras, un tema que divide todavía a los ministros de Finanzas y Economía que ya se encuentran en Belgrado se refiere a las causas de esta situación. Parece claro que, en el curso de las últimas reuniones a alto nivel celebradas durante el mes de septiembre (Versalles y Bruselas, principalmente), los responsables de las políticas económicas y monetarias de los grandes se han visto incapaces para, en primer lugar, saber diferenciar los orígenes actuales de la crisis y, en segundo lugar, encontrar unos remedios comunes. Hoy, y como colofón de los encuentros de este agitado mes de septiembre, el secretario del Tesoro norteamericano, Miller, se reúne en Hamburgo con el canciller alemán, Helmut Schmidt. En este encuentro quizá pueda existir un acuerdo sobre la guerra de los tipos de interés en que parecen haber entrado ambas naciones.

La guerra de los tipos de interés -que ha situado ya el prime rate norteamericano en el 13,50%, mientras ha elevado el interés bancario alemán por encima del 8% (más del índice de inflación)- parece ser un esfuerzo de los países occidentales por contener la inflación mediante medidas restrictivas en la circulación monetaria. Busca, además, atraer los dólares errantes hacia sus arcas e impedir que un excesivo crecimiento del euromercado ponga en peligro su normal funcionamiento. Las consecuencias de esta guerra han sido, sin embargo, bastante adversas para los esfuerzos de reactivación económica, aunque ésta muy bien podría ser el objetivo buscado. Por el momento, además, han provocado una fiebre especulativa en mercados como el del oro, donde han acudido muchos inversores, incluso institucionales, a refugiarse contra una débâcle en los mercados cambiarios y financieros.

En este contexto es donde los gobernadores del FMI -ministros de Finanzas y Economía- y los del Banco Mundial van a tratar de buscar recetas alternativas para controlar el exceso del crecimiento de los mercados financieros, causa principal, según algunos directores de los bancos centrales europeos, de la inflación mundial. Uno de los intentos en este camino es la creación de una llamada cuenta de sustitución, dentro del Fondo Monetario, que permita el intercambio de los dólares errantes en manos de los bancos centrales por unidades monetarias del FMI (derechos especiales de giro). El FMI recogería en esta cuenta dichos dólares y los intercambiaría, por una parte, por DEG y, por otra, los entregaría al Tesoro norteamericano a cambio de bonos estadounidenses a un determinado interés.

La cuenta de sustitución

Aparte del efecto deflacionista en Europa de la retirada de estos dólares, Washington podría hacerse a su vez con los mismos para poner en marcha su estancada economía y permitir que ésta, tradicionalmente la locomotora occidental, salga de la recesión.A nivel monetario, el establecimiento de esta cuenta, según el FMI, permitiría disminuir el papel del dólar como moneda internacional y dar un papel mucho más preponderante a los DEG como activo internacional. En la reunión del comité provisional del FMI del pasado marzo hubo un apoyo casi total al establecimiento de dicha cuenta, y Estados Unidos, principal opositor de la misma, concedió finalmente su apoyo a ésta recientemente, siempre y cuando se salvaran determinadas condiciones.

Es de esperar que en esta reunión anual, tanto Miller, secretario del Tesoro, como Paul Volcker, presidente de la Reserva Federal, especifiquen estas condiciones ante los europeos y se llegue a un acuerdo que, en un tiempo determinado, permita el establecimiento de dicha cuenta.

Aparte de estas cuestiones, el llamado grupo de los veinticuatro (países en desarrollo) ha celebrado en Belgrado el miércoles y jueves dos días de reuniones sobre los problemas financieros que afectan al desarrollo. Su conclusión ha sido unánime: es necesaria una reforma a fondo del sistema monetario mundial, dentro del concepto de nuevo orden económico internacional. Mientras tanto, los países en desarrollo necesitan más dinero para satisfacer sus necesidades.

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