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Ofensiva de Callaghan contra la izquierda laborista británica

La lucha por el poder en el seno del Partido Laborista se intensifica por momentos, cuando sólo faltan ocho días para el comienzo del congreso anual del laborismo. En una dramática peregrinación para impedir el triunfo de las posiciones de la izquierda en el Congreso, el veterano líder laborista y jefe de la oposición, James Callaghan, volvió a lanzar ayer, en su circunscripción electoral de Cardiff, un nuevo llamamiento a la unidad del partido, como una forma de derrotar a los conservadores en unos próximos comicios.

Por segunda vez en 48 horas, Callaghan repitió su mensaje ante su clientela política más fiel, los sindicalistas galeses. «Tenemos que ser un movimiento unido, y en estos momentos no podemos permitirnos el lujo de distraernos con otras cuestiones», declaró.Las «otras cuestiones» son precisamente las mociones que la ejecutiva nacional del laborismo, dominada por los dirigentes izquierdistas Tonny Benn y Eric Heffer, quieren ver debatidas por la conferencia anual que inicia sus sesiones en la cursi localidad veraniega de Brighton el primero de octubre.

La izquierda pretende despersonalizar el cargo de líder del partido, privándoles de sus poderes esenciales, principalmente el derecho a administrar los fondos librados por el Gobierno a la oposición y, sobre todo, su derecho de veto al manifiesto electoral. Igualmente, desea que el líder del laborismo sea elegido por el Congreso y no por los miembros laboristas del Parlamento.

Pero, en el fondo, lo que desea la izquierda es un viraje sustancial desde las actuales posiciones moderadas del laborismo a « un socialismo radical ». El propio Benn lo afirmó recientemente con una claridad meridiana. «Enfrentados a la decadencia del capitalismo británico en el hundimiento mundial que presenciamos (los laboristas), sólo tenemos dos opciones: o el capitalismo victoriano de la señora Thatcher o un retorno a las tradiciones del Partido Laborista, cuando adoptó una clara política de izquierda en 1945.»

El manifiesto electoral de 1945, que introdujo las nacionalizaciones de amplios sectores de la industria británica y el concepto de welfare state (estado de bienestar) en el Reino Unido, se tradujo en la derrota de Winston Churchill por Clement Atlee, con la mayor victoria laborista del siglo. Lo que calla Benn es que, como consecuencia de esa política, los conservadores volvieron al poder en 1951.

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