El Valencia desperdició su gran ocasión
El Valencia no supo aprovechar la mejor ocasión que ha tenido en los últimos veinte años de humillar al Madrid en su propio terreno. El Madrid supo ser, en cambio, el equipo de garra de siempre, capaz de imponerse por las bravas a un adversario que cedió voluntariamente un terreno que era suyo. El Valencia tuvo ocho ocasiones clarísimas de gol en el primer tiempo. Una de ellas, la menos rotunda, sirvió para que Saura marcara su gol. De las otras siete, una la resolvió el árbitro, al no señalar el penalti que le hizo Angel a Kempes; las restantes se las repartieron en deméritos Kempes, Bonhof y Felman. El Madrid, además de los tres goles, dispuso de otras dos ocasiones pintiparadas, que malogró Stielike. Manzanedo se apuntó además la mejor parada de la tarde, al detener, por alto, un disparo precioso de Cunningham.El Valencia y el Madrid iniciaron el encuentro con toda clase de precauciones. Di Stéfano, teóricamente, alineó un equipo muy defensivo, pero desde el tercer minuto, cuando se produjo el penalti a Kempes, pudo observarse que había planteado un contragolpe que podía darle magníficos resultados. Bonhof, pese a su posición de la zona templada, Kempes y Felman salían como flechas hacia el marco de García Remón en las mejores condiciones para marcar.
El Madrid del primer período se vio completamente desbordado por un Valencia que contaba en el centro del terreno con un Castellanos a quien no vigilaba nadie y que, por tanto, corría a sus anchas. Al tiempo que los delanteros madridistas se entretenían, en regates absurdos, que propiciaban el que los defensores valencianistas se colocasen adecuadamente, los contragolpes de los visitantes cogían desguarnecida a la defensa blanca, que en esas circunstancias acusaba todos sus defectos.
En la primera mitad, a la defensa blanca se le notaron los años de los hombres del centro y se veía desbordada por los laterales. Camacho no está plenamente recuperado y se le nota. Donde antes era anticipación, el domingo había escasez de recursos físicos, que no eran compensados por los técnicos.
El Madrid, que se puso en ventaja en el marcador, tampoco convencía. Los dos primeros goles fueron producto del lanzamiento de dos faltas y el segundo se produjo en dudosa situación de Cunningham. El Valencia tuvo unos minutos de reacción, pero al no lograr el empate se vino abajo y a partir de ese momento no hubo más dueño del campo que el Madrid.
El Madrid, que jugó sin orden en el primer período, porque losconstantes cambios de los tres delanteros no sirvieron más que para el entorpecimiento general, en el segundo supo aprovechar todos sus recursos para imponerse a un equipo al que le había faltado punch y al que sobraron ingenuidades defensivas y el abotamiento de dos hombres que fisicamente no han superado las lesiones padecidas. El hundimiento de Kempes y Bonhof acabó por dejar al Valencia en una situación de clara inferioridad.
La historia que pudo haber sido y no fue está fijada en ese penalti del tercer minuto. La historia real hay que concretarla en la derrota táctica de Boskov en el primer tiempo y el triunfo del genio de los jugadores madridistas en el segundo. Cuando un equipo goza de tantas ocasiones de gol como el Valencia y no las aprovecha, no te queda ni el recurso de acogerse a la mala fortuna. Al margen de que García Remón estuviera acertadísimo en sus salidas, es imperdonable que Kempes no fusile a cuatro metros del marco. Y es algo más que una broma pesada el que Felman sea incapaz de irse solo hacia el marco.
El Madrid del segundo tiempo tuvo buenos detalles, pero le queda mucho que corregir para aprovechar las condiciones de sus jugadores. Pero eso corre a cargo del señor Boskov, cuyo contrato está por justificar.
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