"Corcega se encuentra en una situación de legítima defensa", afirma el líder autonomista Edmond Simeoni
Los hermanos Simeoni, Roland, Max y Edmond son los jefes y pensadores del autonomismo corso. Los dos primeros actualmente han quedado marginados. Unión del Pueblo Corso (UPC), legalista, que representa las aspiraciones autonomistas de cerca del 40% de la población corsa, es dirigido hoy por Edmond Simeoni, médico de profesión. Nuestro corresponsal en Paris, , mantuvo en Bastia una conversación con el doctor sobre los problemas, el presente y el porvenir de lo que él simboliza.
«Hoy nos encontramos en una situación de legítima defensa»: quien así galvaniza a las 8.000 personas asistentes al IX Congreso de Acción por el Renacimiento de Córcega (ARC), en Corte, el 17 de agosto de 1975, es Edmond Simeoni, que, con sus hermanos Max y Roland, dirige el movimiento autonomista más popular de la isla. Cinco días después de sus palabras ocurren hechos dramáticos. Edmond, como le llaman sus a migos, al frente de una docena de militantes armados con escopetas, ocupan en la comuna de Aleria la bodega de Henri Depeille, un colono marroquí nacionalizado francés, pringado en un escándalo de vinos. Balance: dos policías muertos, varios heridos entre los ocupantes, París disuelve la ARC, Simeoni es juzgado, condenado y encarcelado, y el «golpe de Aleria», en la lucha contra el «colonialismo francés», se inscribe co mo un hecho crucial, histórico. Aleria impresiona al centralismo parisiense: el presidente Giscard d'Estaing reconoce los límites de «una Administración que no siempre ha tenido en cuenta el hecho insular». Pero han pasado cuatro años «y París no nos ha aportado nada», dice el periodista de Bastia Stephane Muracciole. Y hoy, el doctor Simenoi (médico de profesión), líder del autonomismo «el hombre de Aleria», 45 años, casado con una alsaciana, dos hijos, simboliza el momento crucial corso, definido por las huellas que han dejado dos procesos: el suyo y el de los veintiuno supuestos militantes independentistas del FLNC, juzgados el último mes de junio.Pregunta. ¿Qué es para usted la autonomía corsa?
Respuesta. Recuperar los derechos nacionales. Para resumir, al margen de Asuntos Exteriores, Defensa y Moneda, que continuarían en manos del poder parisiense, nosotros deseamos una sociedad democrática, con Asamblea legislativa, con un ejecutivo salido de esta Asamblea. Tenemos que recuperar todos los bienes nacionales que están en manos de los colonos. Por los que les pagaríamos el ridículo precio de compra. En suma: democratizar la economía, devolviéndosela a los corsos y, de manera global, orientarnos hacia el progresismo que favorezca la vida comunitana y responda a los dos extremos: el capitalismo y el colectivismo.
P. Y todo esto, ¿con que medios?
R. Córcega es rica, en contra de lo que reza el mito alimentado oficialmente. Un capital son los cuadros formados en elexilio. Otro capital son los 4.000 millones de francos que los corsos tienen en las cajas de ahorro. El turismo, bien explotado con la caza, pesca y montaña, abarcaría ocho de los doce meses del año. La explotación, en este sector, de las agencias de viajes extranjeras es otro capital corso. Las inversiones extranjeras las planificaríamos justamente, y sin extenderme, recuerdo otro capital corso: los 320 millones de francos que pagamos de tasas sobre los productos petrolíferos.
"La violencia es inevitable"
P. ¿Cómo valora la estrategia violenta del FLNC para conseguir la independencia de a isla?
R. La violencia es inevitable a causa del bloqueo de la situación mantenido por París con una repesión creciente. Giscard dice que «no existe un problema corso». Pero nosotros somos lúcidos y hemos escogido la vía democrática, actuando a cara descubierta. Esto no quiere decir que justifiquemos la represión feroz contra el FLNC, porque son patriotas.
P. Cuando usted afirma: «No estamos casados con la legalidad», ¿qué quiere decir?
R. Que la legalidad es nuestro camino, pero, naturalmente, sería suicida decir que pase lo que pase nos mantendremos en la legalidad.
P. La palabra «represión», desde hace tres días, surge de la boca de todos nuestros interlocutores...
R. Por favor, no se trata de la represión, sino de las represiones de toda especie ejercidas por París. Hay una represión pública: con el pretexto de luchar contra el FLNC, todo es válido, todas las infracciones de las leyes democráticas se practican diariamente. El Tribunal de Seguridad del Estado que nos juzga es un tribunal de excepción y no de un país democrático: En la ciudad de Corte, de 4.000 habitantes, hay 680 policías. Estamos asediados por militares y policías. La represión administrativa existe igualmente. La coerción, las intimídaciones, las policías paralelas, los «hombres de mano», sobre la actuación de estos últimos permítame decirle que mi casa de seguros (nacionalizada) me suspendió la póliza, vigente aún, y tres días después un atentado destruyó mi consultorio. El último invento de París en este terreno es la creación de dos brigadas antidisturbios, de cuarenta hombres cada una, corsos, destinadas a intervenir en las manifestaciones. Con ello quieren enfrentarnos a corsos contra corsos. Es la última posibilidad del centralismo. Pero toda esta militarización o prefascismo larvado prueba que constituimos un peligro.
P. ¿Es posible la independencia, hoy, para Córcega?
R. No es fácil responder. Francia creo que aún es capaz de cambiar de política y de permitirle a Cércega una vida democrática. Antes, sólo los intelectuales hablaban de independencia. Hoy la idea ya no hace reír. ¿Mañana? Quién sabe lo que ocurrirá.
P. Otra idea que circula en París se refiere al FLNC, a quien se le supone integrado por un grupo de fanáticos manipulados y ayudados por el extranjero.
R. Siempre es difícil hablar de un movimiento clandestino. Pero yo, personalmente, no creo eso, porque los conozco a ellos son patriotas ayudados por los corsos.
Amibigüedad de la izquierda
P. ¿Cuál es la actitud de los partidos de izquierdas franceses ante el problema corso?
R. Es ambigua en general. Los socialistas están dando marcha atrás y, aquí, los radicales de izquierdas son reaccionarios.
P. ¿Existen diferencias entre el problema corso y el de las demás nacionalidades francesas?
R. Las diferencias son fundamentales. Históricamente, Córcega es una nación, un Estado soberano. Se habla la lengua, se ha luchado más que otros pueblos; la insularidad, además, y nuestra estrategia mediterránea nos diferencia aún más. Sin embargo, si exportamos el lenguaje que practicamos aquí, y usamos la palabra «nación» en el centro del debate, creo que la mayoría de la opinión francesa se revolvería contra nosotros.
P. ¿Qué significó en el mitín de Ajaccio, el 19 de agosto, la Presencia del PNV y de CDC españoles?
R. Que en este momento, de internacionalización de la autonomía corsa, nos sentimos próximos a quienes han realizado la misma lucha que nosotros. En este sentido, he aceptado la invitación oficial del PNV para ir a Euskadi del 23 al 30 de septiembre.
P. ¿Qué solución, hoy, propone el autonomismo?
R. Un referendum en cinco puntos, que satisfaría todas las aspiraciones posibles: independencia, o autonomía, o estatuto propuesto por el PC, o estatuto propuesto porel PS o statu quo, punto,este último que condenan todos los corsos.
P. Su figura la asimilan algunos a la del hombre carismático, populista, con todo lo que implican de peyorativo estos términos.
R. Nada de eso. Abordar a los corsos exige una cierta manera de hacerlo. No hay ni carisma ni populismo. Todo lo que hacemos va en el sentido del progresismo y no del populismo, pero no se acabará de tergiversar. Lo que ocurre es que nuestra lucha asusta a Francia y a toda la Europa de los Giscard y compañía, porque representa otra concepción de la democracia, que torpedeará la Europa militarizada de los mercaderes y privilegiará al hombre.
P. Para terminar: usted es un hombre que pretende actuar en la legalidad, pero que no encaja en la legalidad francesa. Por otra parte, en el caso de España, por ejemplo, el final del proceso histórico que fue el franquismo favoreció el restablecimiento de las autonomías, pero no parece que el «giscardismo» vaya a terminar mañana, precisamente. ¿Cómo ve usted el porvenir?
R. Es cierto que a nosotros el horizonte no nos ofrece la ventaja que fue para las autonomías en España el final del franquismo. Por esto, lo único que nos queda es la lucha. Y, en este sentido, todo está previsto: estamos dispuestos a perder la vida, la salud, la libertad, todo, absolutamente todo. Nuestra fe y la fe que intentamos inculcar a nuestros militantes no cesará nunca.
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