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Los países industrializados pagarían un "impuesto internacional" a los subdesarrollados

La adopción de un sistema internacional de información científica y técnica y la creación de un comité en el que estarían representados todos los Gobiernos del mundo pueden ser algunos de los acuerdos parciales que se lograrán en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre «Ciencia y tecnología para el desarrollo», que hoy será clausurada en Viena.

Tras casi diez días de duras negociaciones, los representantes de los países en vías de desarrollo, que constituyen el grupo más numeroso de naciones de la Tierra, han presionado seriamente para lograr sacar adelante un proyecto de programa de acción que contribuya eficazmente a la modificación del orden económico internacional, de cara a lograr una real transferencia de la ciencia y tecnología de los países avanzados hacia aquellos otros que la necesiten, para poner en marcha programas tan esenciales como la alimentación, la salud pública o la educación.El debatido programa de acción aspiraba «al fortalecimiento de la capacidad científica y tecnológica de los países en desarrollo, la reestructuración del sistema actual de relaciones científicas y tecnológicas internacionales y al fortalecimiento del papel del sistema de las Naciones Unidas en la esfera de la ciencia y la tecnología y en el suministro de mayores recursos financieros».

¿Qué se ha logrado de todo ello? Hoy, en sesión plenaria, las delegaciones de los países asistentes ratificarán una serie de recomendaciones que, con toda probabilidad, serán adoptadas por la Asamblea de las Naciones Unidas con rango obligatorio.

Por ejemplo, en el caso de ser adoptadas algunas de las propuestas, los países industrializados se comprometen a ayudar económicamente a los más necesitados.

Fondos internacionales

«Los recursos deberán establecerse sobre la base de cuotas», se exige en el plan de acción, refiriéndose a esos fondos internacionales con los que el mundo del subdesarrollo desea gravar, a modo de impuesto planetario, a los países que están obteniendo grandes dividendos en la venta y facturación de productos acabados creados con las materias primas extraídas a bajo precio de aquéllos.Las contribuciones de los países desarrollados, según el proyecto que hoy puede ser ratificado por la sesión plenaria, deberán ser «calculadas sobre la base de un porcentaje -que se determinará- de los excedentes medios quinquenales de las balanzas comerciales de productos manufacturados de los países desarrollados con los países en desarrollo». La medida, que afectaría también a nuestro país, matiza que «el quinquenio que se tendrá en cuenta a estos efectos será el que termine tres años antes de la fecha en que se vuelvan exigibles las contribuciones. El monto de los recursos provenientes de estas contribuciones deberá constituir una proporción sustancialmente mayor del 50% del total de recursos del sistema», refiriéndose aquí la propuesta a una meta anual «de recursos financieros que deberán llegar progresivamente, por lo menos, a 2.000 millones de dólares en 1985,con el objetivo de que se eleven, por lo menos, a 4.000 millones de dólares en 1990».

He aquí, pues, un botón de muestra de lo que ha constituido uno de los núcleos del debate en los últimos días, debate que ha suscitado en delegaciones como la de Estados Unidos de América, uno de los países más afectados por el nuevo impuesto internacional que se intenta crear, la necesidad constante de ponerse en contacto con la Secretaría de Estado, sin duda alguna, para determinar hasta dónde podían llegar las concesiones.

Además de la creación de estos nuevos fondos internacionales para promover el desarrollo, que, si bien no alcanzarán las cantidades señaladas, sí que podrán globalizar una cantidad sustantiva, el otro gran objetivo del programa de acción propuesto es la creación de un comité intergubernamental de alto nivel denominado Comité Intergubernamental de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, que deberá prestarle ayuda, entre otras cosas, para formular directrices, para la armonización de las políticas de los órganos, organizaciones y organismos del sistema de las Naciones Unidas en lo que respecta a las actividades científicas.

Este comité intergubernamental, «en el que podrán participar, como miembros de pleno derecho, todos los Estados», se propondrá también «fomentar la mejora de los vínculos existentes entre los órganos, organizaciones y organismos del sistema de las Naciones Unidas.... vigilar todas las actividades y programas vinculados a la ciencia y a la tecnología de estos organismos». Los tercermundistas, pues, que son mayoría en el sistema organizativo de las Naciones Unidas, están a punto de ganar una batalla parcial: la de lograr que la burocracia internacional de las Naciones Unidas y sus organizaciones paralelas vigilen realmente los planes internacionales de cooperación científica y técnica y los programas de ayuda al subdesarrollo.

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