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Reportaje:La Legión, en busca de un nuevo futuro / y 2

Cincuenta y nueva años de mística guerrera

Unos 4.000 legionarios, al mando de 240 jefes y oficiales, componen los tres tercios de la Legión, con base en Ceuta, Melilla y Fuerteventura, comandados desde la subinspección instalada en el pueblo de Leganés (Madrid). Atrás hay una apretada historia que comienza en 1920, cuando España entablaba una dura lucha en el norte de Africa y los graves problemas sociales de la metrópoli se agravaban más aún con los de una juventud que se veía obligada a morir en los frentes de Marruecos. La Legión, como grupo de choque profesional, tuvo una gran importancia en la solución del conflicto. Este pasado y las expectativas de futuro son relatadas hoy, como final de la serie, por Félix Bayón.

«Vosotros, legionarios, estáis allí para morir. Yo os mando a donde se muere», decía en 1884 el general francés Négrier a las tropas destinadas en Tonkin. En 1831 nace en Francia la Legión Extranjera. Según sus biógrafos, el joven alférez José Millán Astray empezó a pensar en 1896 (cuando tenla diecisiete años) en la necesidad de crear un cuerpo semejante en España.Sin embargo, el Tercio de Extranjeros del Ejército español no nace sino en 1920. Hasta aquel momento, la guerra de Marruecos se encuentra exclusivamente en manos de los soldados de quintas. Las protestas crecen en toda España. El temor a morir en el norte de Africa añade grados a la ya de por sí alta conflictividad social de la época.

La creación del Tercio de Extranjeros supone el nacimiento de un cuerpo del Ejército profesionalizado, compuesto por voluntarios de cualquier nacionalidad, la mayor parte de los cuales buscan un rápido olvido o la redención de su pasado. Para facilitar el reclutamiento, todos los delincuentes condenados con penas menores a los cinco años de prisión pueden abandonar las cárceles para ir a formar parte, en 1920, del Tercio de Extranjeros.

Según se cuenta, fue el mismo Millán Astray el creador de la especial campaña publicitaria, que invitaba a alistarse en el Tercio. Para estos fines se utilizaron pequeñas inserciones en la prensa y, sobre todo, una serie de carteles que constituían gran novedad desde el punto de vista gráfico para aquellos años.

El primer legionario que se alistó era de Ceuta y aún tuvieron que esperar algún tiempo los promotores de la Legión para poder ver llegar el convoy que trasladaba a -unos cuatrocientos hombres, procedentes de Cataluña. Los medios puestos en manos del Tercio de Extranjeros no eran muchos, e incluso, en un principio, tuvieron que pedir prestados uniformes en segunda vida a otros cuerpos del Ejército.

Millán Astray conoció bien la Legión francesa antes de calcarla como modelo en el Tercio de Extranjeros. En cambio, si nadie en Francia séacuerda del coronel Stoffel, primer jefe de la Legión, Millán Astray logró llegar a ser muy popular en la España de los años veinte. El culto a la muerte no es ningún invento nuevo: ya existía en la Legión francesa. Millán Astray crea más bien una lipurgia, que no se nutre sólo de viejos patrones castrenses, sino que, de algún modo, parece influida por dos corrientes culturales de la época: el futurismo y el surrealismo. -

El entonces comandante Francisco Franco (que, al igual que Millán Astray, era un militar muy preocupado por la introducción de innovaciones en el Ejército), después de coincidir en un curso militar con el fundador de la Legión, decide también embarcarse en la aventura.

Los primeros resultados de la actuación de la Legión sorprenden incluso a sus partidarios. Eran bastahtes los que dudaban en la eficacia de un ejército formado por hombres con pasados tan difíciles. La censurada prensa de la dictadura de Primo de Rivera abunda en elogios para el nuevo cuerpo de Ejército.Fuerza de choqueLa Legión española estaba pensada, en un prinipio, para actuar fuera de las fronteras españolas. Sin embargo, pronto intervendrá en la Península. Siguiendo órdenes del Gobierno de la República, Franco encabezó las fuerzas legionarias que apagaron la revolución asturiana de 1934. Desde entonces, la Legión (que tendría un gran peso también en la victoria de los sublevados en la guerra civil) deja de ser sólo una fuerza colonia¡, para convertirse, de hecho, en un grupo de choque más.

Del total de 9.713 jefes, oficiales y soldados muertos hasta 1970, 7.658 lo son en la guerra civil y en la revolución de Asturias. El resto (2.055) mueren en las campañas de Africa, Ifni y Sahara. El número de heridos conserva una proporción semejante: 29.018, contra 6. 170.

Es después de la guerra civil cuando los tercios de la Legión toman nombres épicos de históricos luchadores: «Gran Capitán», «Duque de Alba», «Don Juan de Austria» y «AleJandro Farnesio». Sus ceremoniales se enriquecen también con la nueva escenografía castrense exhibida en parte de Europa hacia el-final delos años treinta.

Uno de los atractivos exhibidospor la-própaganda que invitaba a españoles y extranjeros. a adherirse al Tercio era la posibilidad de hacer carrera. «Puedes llegar a capitán», se decía.

Después de la guerra civil., las posibilidades de promoción aumentaron. Fue un alemán, él capitán Tiede, quien abrió la escala de ascenso a comandante, después de su muerte en la guerra civil.

En la actualidad, cada uno delos tres tercios de la Legión posee un comandante que ha hecho toda su carrera en el cuerpo. También proceden exclusivamente de la Legión la cuarta parte de los capitanes, la mitad de los tenientes y toda la suboficialidad. Para llegar a ser suboficial se suele exigir una completa acreditación de identidad.

El número de voluntarios aumenta o disminuye, según la escasez o prosperidad de los diversos momentos históricos. Naturalmente, en épocas de paro el número de voluntarios es superior. En la actualidad más de la mitad de los legionarios cumplen en el Tercio su servicio militar, con el compromiso mínimo de dos años. El resto han firmado por período de tres a cinco años.Espíritu aventurero«Los procedentes de'quintas no causan mayores problemas. Habitualmente se trata de gente con un espíritu más aventurero que los soldados que llenan los otros cuarteles. Pero, en cualquier caso, son disciplinados. Los problemas vienen, sobre todo, con los otros. y, especialmente,con los extranjeros. Efectivamente, el número de deserciones es mucho más alto que en cualquier otro cuerpo del Ejército. Eso es normal. Sucede en-todoel mundo: los cuerpos más duros y aquellos que pretenden una disciplina más rígida tienen más desertores... En cualquier caso, es difícil dar cifras. Una vez, en el Sahara, estaba yo al mando de la instrucción de un pelotón de ochenta reclutas legionarios. Sólo durante este período me desaparecieron cuatro. No parecía entonces que fuera una cifra excesiva», dice un oficial del Ejército que ha hecho una parte de su carrera en la Legión.

Uno de los sistemas seguidos por la Legión para imponer su disciplina ha sido el pelotón de castigo (con trabajos forzados) y las pequeñas celdas de aislamiento.

«Respecto al castigo,llamado -delsaco, existió. realmente, pero sólo aplicable a aquellos hombres que, reacios a ' toda otra corrección, persistían en observar una conducta reprobable, especialmente a los reincidentes. Tales hombres eran considerados traidores a la Legión. El castigo consistía en colocar al corregido un saco de arena a la espalda sujeto por unas correas, a guisa de mochila; saco que habrían de mantener sobre sí durante toda la jornada, fuese cual fuese el trabajo a que se le dedicara. Sólo para dormir se le descargaba de aquel peso», escribía en 1968 el capitán legionario Manuel González Iglesias, en un fascículo de la colección Siglo Ilustrado titulado Los novios de la muerte.

«Ni aún así», proseguía, «pudieron evitarse desbordamientos de consecuencias fatales, de las que fueron triste muestra la muerte del coroneljefe de la propia Legión, don Miguel Mateo y López de Vicuña, asesinado a ti-ros en la puerta del cuartel por un exaltado, quien, momentos después, se hizo justicia disparándose un tiro en la sien. De igual forma fueron muertos a tiros los sargentos Iglesias y Cuervo, en el II y I tercios, por el simple hecho de haber aplicado a sus matadores los arrestos a que se hicieron acreedores. Con independencia de los castigos físicos, se seguía un sistema que afectaba a la moral de los corregidos, y que consistía en colgarles de la espalda un rótulo bien visible en el que se detallaba la causa de su permanencia en el pelotón. Si la falta cometida por alguno de ellos era contraria a la virilidad masculina, se le obligaba a sustituir la borla roja del gorrillo legionario por otra blanca que pregonaba su infamante desliz sin necesidad de detallarlo.»Dureza suicidaAl margen de la valoración de los sistemas empleados para conseguirla, es indiscutible la eficacia dela Legión. Desde su creación hasta hoy, la Legión ha seguido como norma la autosuficiencia en su funcionamiento. Algunas edificaciones que aún se utilizan en el territorio de lo que fue protectorado español de Marruecos fueron tan sólo campamentos de paso de la Legión. Además de la dureza suicida empleada en los combates, la Legión ha intervenido abundantemente en labores de salvamento en épocas de paz. En la actualidad, los mandos de la Legión se muestran orgullosos de las donaciones de sangre que, según sus propias fuentes, asciende a un total de cien litros, en poco más de tres años, y sólo en el tercio Juan de Austria, con sede en la isla de Fuerteventura.

A pesar de todo, la interpretación del espíritu legionario hecha por algunos mandos ha dado lugar a algunos incidentes políticos.

Así sucedió, por ejemplo, cuando, en mayo de 1978, el entonces general subinspector José Ximénez Henríquez decidió por su cuenta rendir un homenaje a Franco en el Valle de los Caídos,en vísperas del Día de las Fuerzas Armadas. El acto terminó con virtiéndose en una manifestación

política. Adem ' ás de la familia del difunto general Franco, acudie

ron más de un millar de simpatizantes de la extrema derecha y un grupo de militantes de Fuerza Joven, uniformados y en formación.Tres meses después, el general Ximénez Henríquez pasaba a la situación B y era relevado en el cargo.

La actual polémica sobre el futuro de la Legión, iniciada a raíz de los sucesos de Fuerteventura, no es nueva. Hace poco menos de tres años, unos incidentes similares en la isla de Córcega hacían replantearse a los franceses el futuro de los 8.000 hombres que integran su Legión Extranjera. En cualquier caso, la comparación entre ambos problemas parece estar fuera de lugar. Francia mantiene tropas desde el Africa oriental hasta el Pacifico, pasando por la Guayana. España sólo posee ya tropas en Ceuta, Melilla y los peñones. Francia ha intervenido con frecuencia en territorios ajenos de Africa y Oriente Próximo. España, no.

Después de 59 años de intensa historia, la Legión se encuentra ya, a la espera de su inmediato futuro.

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