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NOVILLADA EN LAS VENTAS

La batalla de Sibria

Al principio, muy al principio, pareció que la novillada iba a ser una de esas marca Canorea, porque el animalito que abrió plaza era tipo sardina, flojo y más bueno que la mar. El Víctor le anduvo pegando pases -decimos bien: anduvo, de acá para allá, de un tendido a otro, sin encontrarse a gusto en ninguno-, y aquello producía el aburrimiento de los nativos de puro, mientras los turistas de instamatic se reían. ¡Ja, ja, ja!, todo les hacía gracia: el novillo, el novillero, las situaciones.Y eso que no habían entendide la tablilla que apareció en chiqueros, en la que se leía: «Ganadería. Carolina Díaz Morube». ¿Qué ganadería será esa?, nos preguntábamos los nativos de puro. Alguier, principal debió apuntarle al tablillero -así, fonéticamente- «¡maú!» Y el obediente tablillero borró y corrigió «Maurube». Por el hierro de la res -no por los carteles que exhiben en Las Ventas, ¡oh, eso nunca! - supimos que se trataba de la ganadería de Ana Carolina Díez Mahou.

Plaza de Las Ventas

Un novillo de Carolina Díez Mahou (primero), escaso de trapí, flojo y boyante; cuatro de Germán Gervás, serios, poderosos, mansos y con genio, y el quinto, de García Romero, bien presentado, manso, con problemas. El Víctor, pinchazo hondo bajo, media delantera atravesada y descabello (prolestas y palmas cuando saluda). Estocada corta (palmas y protestas cuando intenta dar la vuelta). Curro Cruz, estocada desprendida (vuelta protestada). Pinchazo y estocada (vuelta muy protestada). Enrique Vargas, estocada desprendida (Vuelta incompleta, protestada). Pinchazo, estocada atravesada que asoma y dos descabellos (silencio).

Era un sustituto, metido en la lidia ordinaria tras el reconocimiento. Pero luego salieron los otros sustitutos de los titulares del festejo, de Germán Gervás, y con ellos fue la guerra, una batalla de Siberia, porque, además, hacía un frío intensísimo. Grande, serio, poderoso, manso y con siete gatos en la barriga el segundo, volteó al caballo del picador; a pesar de que le picaron a conciencia, se quedó sin suficiente castigo, se colaba en la brega; a Curro Cruz le pegó unas oleadas espeluznantes durante el tercio de banderillas, que resolvió el torero con pasadas en falso y buena voluntad, y para la muleta tuvo una embestida imposible por el pitón izquierdo, mientras por el derecho tomó el engaño en unas cuantas series hasta que de nuevo se fue arriba y puso en muchos aprietos a Cruz, que había trasteado valentón.

Los restantes no mejoraron el panorama. Duros y fuertes, sin que el vapuleo de las varas les restara entereza, a los últimos tercios llegaron casi todos violentos y con genio. Enrique Vargas porfió con valor y buena colocación al tercero y lo mató de un estupendo volapié. Con el cuarto no pudo El Víctor, si bien es justo resaltar que se arrimó. Curro Cruz banderilleó bien al quinto, de García Romero, con un emocionante tercer par en el que superó limpiamente la arrancada fortísima, y su faena de muleta se quedó en torpona. En realidad, la res mejoraba su áspera embestida por el pitón izquierdo, y el torero no aprovechó la circunstancia. En el sexto, aplomado, porfió mucho Vargas, incluso de frente, y apenas pudo sacar media docena de pases sueltos.

De nuevo no hubo arte, pero sí emoción en el ruedo. Los incidentes se producían continuamente. El pajarraco cuarto enganchó por el fondillo a El Víctor y lo lanzó, en picado, lo menos diez metros más adelante. A un banderillero, a la salida del par, también lo empitonó con una facilidad pasmosa y lo dejó sentado en la arena. Los picadores tuvieron que agarrarse de firme. en todos los puyazos, porque la fuerza de las reses no ad.mitía contemplaciones, y aun así un par de ellos resultaron desairadamente desmontados.

Al sexto le hizo El Víctor un buen quite por gaoneras y eso es, prácticamente, lo único buetio que vimos con el capote. Pero casi nos damos por contentos porque la novillada no era para florituras, Los toreros la despacharon y salieron andando del coso, lo cual ya es bastante; si bien no justifica, en absoluto, que dieran vueltas al ruedo que nadie había pedido. Estaría bueno que hubieran tomado Madrid por una plaza de talanqueras, Los nativos de puro y los turistas de instamatic, más que andando salimos a toda velocidad, huyendo del frío siberiano que hizo toda la tarde. Muchos espectadores presenciaron el festejo arrebujados en mantas. ¿Será posible, en agosto? Y lo más sorprendente es que esas mantas no olían a naftalina.

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