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Reportaje:Japón, segunda potencia económica mundial /2

Los sectores de tecnología avanzada tienen un desarrollo preferente

A primeros de 1974, después de la primera crisis del petróleo, los responsables económicos japoneses hicieron dos listas para su planificación económica: una, con los sectores clásicos, en general contaminantes y grandes consumidores de energía. Otra, con los sectores de alto nivel tecnológico y gran valor añadido. Actualmente, cinco años después de la primera alarma desencadenada por el incremento de precios energéticos, Japón está en plena mutación industrial, reduciendo sectores en declive (siderurgia, textil, naval) y estimulando otros de punta (electrónica, informática, aeronáutica, bioquímica).

«Escaso consumo energético, poca materia prima y alto nivel tecnológico, son los tres factores para promover el desarrollo de nuevos productos», afirma a EL PAIS Masaya Miyoshi, director de la Federación de Organizaciones Económicas (Keidanren), equivalente de la CEOE española. «Queremos especializarnos en productos de alta tecnología», añade, «para que no haya dudas de las proyecciones», de las realidades, «de la nueva política económica japonesa.» Es evidente que la industria japonesa ha llegado a un grado muy adelantado de desarrollo de su propia tecnología. Sus aplicaciones pueden verse no sólo en los últimos productos sofisticados, sino también en especialización de sectores clásicos. «Hace tres años», continúa Miyoshi, «las industrias textiles de Kanasuawa, centro textil japonés, cerraban sus fábricas, despedían a los trabajadores a causa de la pérdida de ventas y de competitividad. Un programa de reestructuración, con preferencia para la elaboración de productos de alta calidad, adaptados a la moda, ha logrado que muchas industrias vuelvan hoy a realizar beneficios.»Reestructuración industrial

Menos afortunado que este ejemplo textil es el caso de los astilleros japoneses. Con un potencial capaz de satisfacer un tercio de la demanda mundial, la industria naval japonesa ve perder su índice de competencia debido a la crisis y a la revaluación del yen. En tonelaje, el último año vio descender el 43% de la producción. Para superar la crisis no falta la imaginación. Varios astilleros japoneses se han lanzado a proyectos arriesgados como la construcción de un aeropuerto «flotante» para Osaka, plantas marítimas de desalinización de agua del mar o navíos destinados a casinos de lujo.

El automóvil se apresura en reconvertir su sector al «gusto» de la moda europea y norteamericana. «Ya no somos competitivos sólo a nivel de precios, también a nivel de calidad y estilo», dicen en la sede central de Toyota. Los técnicos se esfuerzan en diseñar nuevos modelos que consuman, sobre todo, menos carburante.

En la otra vertiente de los productos clásicos está la innovación. Empresas como Fujitsu, desconocidas en el mercado internacional hace unos años, se colocan actualmente a un nivel de competencia comparable a IBM, con sus nuevas generaciones de ordenadores. Varias firmas preparan programas conjuntos con sociedades europeas para la investigación de material aeronáutico, sector en el que Japón todavía no ha penetrado a escala importante. En electrónica y óptica -en especial material fotográfico-, los productos japoneses cuentan con una reputación internacional indicutible a nivel de consumidores.

Si la primera crisis del petróleo provocó la actual mutación de la industria japonesa, el petróleo sigue siendo el primer elemento de preocupación ante el futuro. En un país que depende en un 88,2% del exterior para garantizar su consumo energético, en petróleo, carbón y gas natural, «el gran problema cara al futuro es el precio del petróleo», afirma el economista japonés Takayuki Yano. «El potencial económico japonés», añade, «puede soportar el actual precio de veinte dólares/barril, pero ¿cómo va a evolucionar tal precio?» A largo plazo, tanto para Japón como para el conjunto de economías de países industrializados todo depende del factor petróleo. Japón lo tiene en cuenta como tema prioritario y justifica su relativo apetito «en petróleo», será el país de los siete grandes de la cumbre de Tokio que limitará menos sus importaciones de petróleo, «con argumentos contradictorios», piden a Japón que haga de locomotora económica para estimular la coyuntura y, al mismo tiempo, piden una importante reducción energética», añade el economista Yano.

«Estamos en plena política de economía energética», insisten en los ministerios económicos. Es cierto que, en cinco años, Japón ha logrado reducir hasta el 40 % de consumo energético en ciertas industrias. Existen también varias factorías que funcionan con energía solar, cuyo programa de investigación hasta el año 2000 es uno de los más ambiciosos de los países avanzados. La energía nuclear cuenta también en los proyectos energéticos japoneses, a pesar del accidente de Harrisbourg, en Estados Unidos, que despertó tristes recuerdos para un pueblo que vivió la bomba atómica de Hiroshima.

Actualmente, sólo el 2,2 % de energía nipona es de origen atómico.

Producir en el exterior

Otro factor de cambio provocado por la actual situación económica es la tendencia japonesa a implantar unidades de producción en otros países y participar activamente en el mercado internacional de capitales. « El factor salario ya no es interesante en Japón», exponen en la Keidanren. Hay que invertir en el exterior para eliminar criticas de competencia «desleal» -como acusan con frecuencia los países del Mercado Común- y, sobre todo, para responder con rapidez a las necesidades de demanda de cada mercado, precisan en Tokio. La misma música puede escucharse hablando con dirigentes de entidades bancarias, cada vez más presentes en las finanzas internacionales. En tales perspectivas, inversión directa y financiación, España es un país analizado cada vez con mayor atención desde Japón, donde pesan las ventajas y los inconvenientes de una presencia más fuerte en la Península Ibérica.

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