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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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El Guernica

Van a traer el Guernica de Picasso a Madrid. La gente bien está muy contenta, porque vive de asimilar tardíamente los valores culturales de, la izquierda, pero al rojerío le han hecho un pie agua. Quiero decir que todo el rojerío madrileño está quitando ya las chinchetas de la lámina del Guernica que tenían -que teníamos- en casa.Si va a haber Guernica para los turistas escocidos , y gratis para los colegios, los jueves, ya no tiene sentido emblematizar nuestra casa, el piso franco de la resistencia, con un Guernica de imprenta /papelería.

-El caso es que hacía mucha compañía -dice mi progre, reciclada en pasota.

-Sí. Sobre todo el toro.

-El toro, como una persona.

Por eso tengo yo un gato. Para el día en que hubiera que quitarle las chinchetas al toro picassiano. Ahora, sin chinchetas, el buey suelto bien se lame. Cuando miro, resulta que se ha ido volando por la ventana. A lo mejor era la paloma de la paz. Esto que nos ha pasado a los infrarrojos con Picasso, le pasaba a mi abuela con la Purísima.

Voy a contar algo de mi abuela, de Picasso y de la Purísima, para que don Cierva vaya completando su ficha, porque parece que no le quepo en una ficha. Le sale la ficha desgreñada. Pues resulta que a medida que los Papas iban aboliendo devociones, cultos, dogmas, cosas (éste de la rebeca ha vuelto a ponerlo todo, o sea Wojtyla hasta el infierno, reabierto tras las reformas), mi abuela no sabía qué hacer con todo el estampario de la casa. Porque ella seguía creyendo en Santa María Egipcíaca como el primer día y, sobre todo, porque el vacío de las estampas dejaba un recuadro muy feo en la pared. Un día decidió volver a poner todo el martirologio, y sobre todo la Purísima.

-Algún día los Papas volverán al buen camino, nieto.

Y ya han vuelto. Lo malo es que la Purísima es vertical y no la vamos a poner echada en el hueco del Guernica.

-A lo mejor ahora dejan -dice la progre / pasota / flipé. La Iglesia ha cambiado mucho. Tú como no vas es que no te enteras.

Tampoco ella va, pero dice que eso de la misa es una cosa generacional, y que en su generación no es costumbre.

Hay infrarrojos que han optado por Leonardo da Vinci. La última cena es el único cuadro universal que tiene más o menos el formato apaisado del Guernica. Ambos cuadros prenuncian sendas catástrofes. Digamos que son secuencias sucesivas. Leonardo presagia el holocausto contra el judío y Picasso lo da ya como cosa hecha, bajo los stukas nazis.

La teletonta, que sólo da mirindas y Estesos, pero nunca conceptos (aparte el mapa del tiempo, porque el tiempo es un concepto), la tele, digo, anuncia mucho la venida del Guernica, pero tardó dos días en dar la muerte de Picasso. Quizá temían que se pudiese pensar que habían sido ellos.

Cuarenta años de Guernica y dictadura. El toro ya se nos había hecho familiar, como a esas familias gallegas que viven y conviven de/con una vaca. Y el caballo no digamos. El caballo se paseaba por la casa como un rojo más.

La venida de la liberté, la democracia y la cosa, no ha sido muy fáctica en lo fáctico, pero ha sido arrasadora el lo semiológico: Machado con Leonor, en póster, el teatro de Ruibal la novela social y el Guernica, de Picasso. Nos han desguarnecido de signos y de cosas para darnos, a cambio, la flor marchita de Susana Estrada lo una floración marciana de vulvas purulentas, como diría Tom Wolfe. Propongo cambiar la Cena de Leonardo por la de Dalí, pero la pasoflipé no traga: «O Cristo o Picasso, que era lo que os jugábais en la guerra civil.» Al final pondremos un espejo.

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