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Primeras discrepancias sobre la ampliación de poderes del Parlamento Europeo

Simone Veil, primera presidenta del Parlamento Europeo, elegida por sufragio universal, pronunció ayer su discurso inaugural, de un europeísmo- «razonable», en el que señaló los tres «desafíos» con los que se enfrenta la nueva Asamblea: paz, libertad y bienestar. Con sus primeras intervenciones, los diputados intentaron recrear el clima de «aventura histórica» que se le concede a la puesta en marcha del Parlamento, para, con ello, diluir los efectos del bochornoso espectáculo del día anterior, caracterizado por las «bajas maniobras» que precedieron la elección del presidente.La «imposición» del palacio del Elíseo para que la señora Ve¡¡ fuera presidenta a toda costa, a cambio, por ejemplo, del ofrecimiento a los británicos de la presidencia de la comisión agrícola (hecho calificado de «crimen» por los gaullistas) y otra serie de maniobras, «ensuciaron» este acontecimiento histórico.

Todos se esforzaron en celebrar el nacimiento del primer Parlamento elegido por sufragio popular en nueve países.

La presidenta, como los demás oradores de la jornada, recalcaron el interés del nuevo Parlamento en sensibilizarse por los grandes problemas cotidianos europeos para «autentificar su existencia, para darle un sentido ante los votantes del pasado 10 de junio y para convencer de su error a los abstencionistas». La angustia provocada por el empleo y la crisis energética «deberían determinar nuestros trabajos».

Las intervenciones de los presidentes de los grupos parlamentarios pusieron de manifiesto la confrontación que caracterizará la vida de la asamblea, como ya lo había dejado entrever la campaña electoral del último mes de junio.

Jack Lynch, presidente del Consejo de Europa, dijo que esta «nueva era en la integración europea no permite hoy determinar cuáles serán sus repercusiones a largo plazo». Frente a esta sinuosa y prudente indicación sobre la necesidad de la ampliación de los poderes de la asamblea, el gaullista Michel Debré puntualizó la postura ultranacionalista de sus correligionarios: «El Parlamento debe enfrentarse con la guerra económica, monetaria y energética del momento», pero teniendo en cuenta que Europa debe ser independiente y que esta independencia empieza por la de las naciones entre sí, «ya que Europa no ha sido, ni es, ni será una nación».

El líder comunista italiano Enrico Berlinguer, secretario general del PCI, recordó el papel social del Parlamento para defender a los trabajadores.

Landelino Lavilla y Cecilio Valverde, presidentes del Congreso y del Senado españoles, participaron como invitados oficiales a este espectáculo multitudinario, en el que estaban presentes también otros veinticinco colegas suyos del mundo entero y veintiún embajadores.

Luis Yáñez, que junto a Gregorio Peces-Barba, representaron al PSOE, declaró a EL PAÍS «que lo necesario es que el Parlamento se acerque a las necesidades cotidianas de los 260 millones de europeos».

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