Felipe González anuncia que no presentará ponencia alguna al congreso del PSOE
Felipe González no ha decidido aún, desde el punto de vista personal, si presentará o no su candidatura a la secretaría general del PSOE en el próximo congreso extraordinario, aunque le consta que «otros compañeros piensan tomar una iniciativa en ese sentido», según declaró ayer en Bilbao Felipe González, que reafirmó su intención de no presentar ponencia alguna al congreso ni avalar con su firma otros documentos que pudieran presentarse. Se había trasladado a la capital vizcaína para participar en el homenaje de su partido a Ramón Rubial, presidente del PSOE hasta mayo pasado y miembro, en la actualidad, de la gestora surgida del XXVIII Congreso.
El mitin que, con la presencia de la plana mayor del PSOE, reunió a varios miles de personas en el auditorio del parque de atracciones de Bilbao, sirvió para que dirigentes como el propio Felipe González o Alfonso Guerra se pronunciasen públicamente en torno a algunos de los problemas que deberá debatir el próximo congreso. Así, Alfonso Guerra -que comenzó por advertir al auditorio que -«un hombre malo les va a hablar a ustedes de un hombre bueno»- aseguró que «el presidente del partido seguirá siendo, tras el congreso, Ramón Rubial». «Y si hay alguien», añadió en tono firme, «que ha pensado robar ese puesto a Rubial, conmigo tendrá que luchar.» El hecho de que varias federaciones propugnasen durante el XXVIII Congreso la candidatura de Enrique Tierno a la presidencia efectiva del partido -entonces era presidente honorario- parece indicar que la advertencia de Guerra iba dirigida al actual alcalde de Madrid.Por su parte, Felipe González insistió en su rechazo de la «distinción maniquea entre radicales y moderados» en el seno del partido, y volvió a poner en duda que pueda calificarse de radicales a quienes «lejos de ir a la raíz, se quedan en la superficie, por mucho que invoquen a Marx». «No es marxismo lo que he aprendido de este hombre», dijo refiriéndose a Rubial, «sino algo tan elemental como que no es posible ser socialista sin ser profundamente honesto.»
El señor González se mostró optimista respecto al futuro y, tras evocar las polémicas históricas entre «caballeristas» y «prietistas», expresó su convicción de que en el congreso extraordinario se logrará una «síntesis capaz de recoger el apoyo de una amplia mayoría, quizá del 80 % o el 90 %».
Respecto al Estatuto vasco, Felipe González consideró decisiva la aportación de los socialistas en el desbloqueo del debate: «La presentación de los motivos de desacuerdo por parte de UCD amenazaba con dar al traste con el proyecto, y de ahí nuestra firme posición de que había que ir a una negociación política y no a un debate puramente juridicista», recordó González al respecto. «La Constitución», añadió, «debe estar al servicio de los ciudadanos, y no al revés, como, a veces, parece pretender el partido del Gobierno.»
En cuanto a la virtualidad del Estatuto de Guernica, ésta es, para Felipe González, doble: «Por una parte, su contenido político, que supone el primer intento serio de avanzar hacia un modelo de Estado diferente, hacia un Estado de las autonomías. » «Pero además», añadió, «tiene un valor instrumental en cuanto vía para la pacificación del País Vasco. Siempre he dicho», matizó, «que el problema de la violencia en Euskadi, por tener conexión con una parte de la población, debe ser abordado con criterios políticos. ETA no es la Baader-Meinhof. De ahí el valor instrumental del Estatuto, que, aunque no sea capaz por sí mismo de acabar con la violencia, contribuirá enormemente a quitar argumentos a ETA.»
Del resto de las intervenciones registradas durante el almuerzo ofrecido por su partido a Rubial y en el mitin que siguió a aquél, destacó la defensa, por parte de Nicolás Redondo, de los recientes acuerdos de UGT con la CEOE. También tomaron la palabra, entre otros dirigentes socialistas, Txiki Benegas, Enrique Múgica, Rafael Escuredo, Rafael Fernández, Carmen García Bloise, Juan Iglesias, Jaime Sansebastián y Carlos Revilla.
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