Tres ovaciones
La Asamblea del Fútbol tuvo tres ovaciones significativas. La primera, para una mujer. Para la única mujer que preside un club de fútbol de categoría nacional. La presidenta del Spórting Mahonés se dio a conocer en el pasado pleno. El viernes, la presidenta menorquina se mostró comedida con Porta y agradeció la formación de un grupo balear, que era la única forma de evitar que los equipos catalanes, por una vez, viajasen constantemente a Baleares, como les había tocado hacer a los valencianos, que nunca habían tenido un presidente de federación que les beneficiase. Para la presidenta mahonesa hubo una cariñosa ovación, quizá porque una asamblea de cientos de hombres ya se ha hecho a la idea de que puede tener incrustaciones femeninas.La ovación prolongada y formal de la mañana fue para Antonio Calderón, quien se despidió oficialmente como gerente madridista y, por tanto, como miembro nato de la asamblea durante casi veinticinco años. A Calderón le aplaudieron con afecto hasta sus adversarios deportivos. Le reconocieron una meritoria labor por su club y, en definitiva, una maestría en el oficio.
El presidente del Barcelona subió al púlpito para convertirse en orador sagrado. Anatematizó a los futbolistas profesionales. Impartió bulas para los directivos y condenas para los jugadores. Media asamblea, que no entendió ni torta de cuanto expuso, sonrió para contener la risa. La otra mitad casi se durmió. Y fue ésa la que le aplaudió frenéticamente las dos últimas frases. Y es que las palabras coacción y huelga la sobresaltaron. Como a esos.espectadores teatrales que despiertan cuando cae el telón e instintivamente palmean.
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