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Desmentidos supuestos incidentes militares en torno al incendio de Zaragoza

Fuentes de la Capitanía General de Zaragoza desmintieron categóricamente que se hubiesen producido incidentes protagonizados por cadetes de aquel centro a raíz del incendio del hotel Corona de Aragón, ocurrido el jueves en la capital aragonesa y cuyo balance definitivo de fallecidos asciende a 73 personas.

En la conferencia de prensa celebrada ayer tras el Consejo de Ministros, el secretario de Estado para la Información, Josep Meliá, reconoció que algunos militares habían telefoneado a sus superiores en Madrid -no a la Moncloa ni en tono airado- ante la confusión creada en los primeros momentos por la magnitud del siniestro y en la creencia de que se trataba de un atentado. Añadió que esas llamadas habían quedado controladas y se había explicado suficientemente que el incendio fue fortuito. Negó también el señor Meliá tener conocimiento sobre cualquier actitud de los cadetes que hubiese justificado la adopción de medidas disciplinarias.En otro momento comentó que personas de cierta notoriedad en la vida social española que se alojaban en el hotel afirmaron desde el primer momento que se trataba de un atentado. Todo este conjunto de circunstancias pudo contribuir a «impactar», dijo, «a una serie de miembros de la sociedad de Zaragoza». Aunque el señor Meliá no hizo la menor alusión a personas, parece claro que se refería a la viuda del general Franco, Carmen Polo; a su hija, Carmen Franco, y a su yerno, el marqués de Villaverde.

Por otra parte, se conocen nuevos detalles sobre las circunstancias del incendio. No pasan de seis los muertos por traumatismo al lanzarse al vacío, y tan sólo una quincena de cuerpos se encontraban carbonizados; la inmensa mayoría de las víctimas del incendio del Corona de Aragón fallecieron por asfixia. Convertido el sistema de aire acondicionado -que nadie cortó- en transmisor del humo, las moquetas y cola empleada para pegarlas era un auténtico reguero de pólvora. Al mismo tiempo, la escalera central del edificio se convirtió en una chimenea que elevaba las llamas hasta la última planta.

Los propios helicópteros utilizados en el rescate avivaron en algunos momentos las llamas, «aunque», ha declarado el gobernador civil, «¿quién se atrevía a ordenar su retirada cuando precisamente estaban salvando a las personas que habían subido a la azotea? ».

Pese a las circunstancias iniciales y a la ausencia de cualquier sistema de alarma, el gobernador civil no cree que se hayan producido hechos merecedores de sanción penal. El pánico fue, a su juicio, una explicación de lo sucedido.

Páginas 12 y 13

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