La comida de los maestros
Con enorme indignación he leído en su periódico la carta firmada por Juan Martín, de Madrid, titulada «Una comida al año».Es absolutamente falsa su afirmación de que «100.000 maestros nacionales celebran, en el mejor restaurante de la ciudad, una comida de fin de curso a costa del dinero que el Ministerio de Educación envía a los colegios».
El lector de buena fe, pero que no conozca la realidad de la escuela nacional, se habrá visto sorprendido por la voracidad de los maestros: ¡mil pesetas le costó al Ministerio pagar la comida de la señora Martín! Qué contraste con la comida diaria de miles de maestros que atendemos los comedores escolares de los colegios nacionales, donde por 75 o cien pesetas diarias comemos profesores y alumnos.
En Tarrasa, ni uno sólo de los veinticinco colegios nacionales ha utilizado fondos del colegio para «comer opíparamente».
Por fortuna para los lectores la intención de la carta se desvela, nítidamente, al final: ¿Cómo nos oponemos a las subvenciones a la escuela privada si el dinero del MEC lo gastamos en restaurantes de cinco tenedores? ¡Golpes bajos, no, por favor!
Sólo espero, para disipar las dudas sobre la intención de la citada carta, que la señorita Martín remita a la redacción de EL PAÍS una hoja de servicios compulsada por las cuatro delegaciones provinciales del MEC donde ha prestado sus servicios en los cuatro últimos años y el nombre y la dirección del colegio nacional donde ha trabajado este curso. ¿Verdad que no es posible?
