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Comenzaron las vacaciones

La pasada semana presentó a efectos bursátiles dos partes, claramente diferenciadas en cuanto a comportamiento del mercado y actitud de los inversores se refiere.Las dos primeras reuniones del ciclo se vieron definidas por una presencia de órdenes compradoras en los corros, que forzaban movimientos alcistas en varios de los valores más significados, ante el desconcierto en el que se veía sumida la oferta, incapaz de reaccionar hasta las postrimerías de la sesión del miércoles, fecha en la que se señala el inicio del declive.

Dejando a un lado cualquier tipo de consideraciones extrabursátiles, cuya incidencia en el mercado es, por otra parte, bien escasa, la citada reacción tuvo su origen en las tomas de posiciones observadas por varios de los grupos más significados, quienes aprovechaban la falta de interés mostrada por la oferta y su tardanza en reaccionar para generar avances de escasa consideración cuantitativa, pero con una cierta entidad porcentual dados los niveles en los que se encuentran fijados los cambios, en valores de los que tradicionalmente gozan de mayor liquidez, como son los de los sectores bancario y eléctrico. Como, por otra parte, se da el hecho de que en los últimos días de este mes, y en los primeros del que viene, son varias las sociedades que efectuarán el pago de sus dividendos, en cualquier caso la inversión en los actuales momentos no resultaba descabellada para gestores y especialistas.

La atención de los habituales continuó, a lo largo de la pasada semana, centrada en los comentarios sobre la ampliación del Santander, en los que la innegociabilidad de sus derechos no era excesivamente bien tratada. Las críticas al respecto se basaban, fundamentalmente, en la lesión que este tipo de operaciones supone para la libertad del accionista, quien se ve obligado a suscribir los nuevos títulos, a pesar de que por razones fiscales pueda no interesarle, mientras que se le coloca en un callejón sin salida, caso de tenerlas acciones viejas afectas a desgravación por inversiones. y no haberse cumplido aún el plazo de tres años prescrito por la ley. Como en cualquier caso se desconoce la fecha en la que serán negociadas las nuevas acciones, se pone a más de un inversor en una situación incómoda.

Por último, apenas señalar que el futuro inmediato del mercado no resulta. muy halagüeño, pues al fin de la ampliación de la Telefónica, que se producirá el próximo martes, se suma la conclusión del plazo legal para celebrar Juntas de accionistas, con los consiguientes cuidados en los cambios que éstas conllevan, a lo que hay que añadir el inicio del período netamente estival, con la consiguiente partida de numerosos habituales hacia sus puntos de descanso.

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