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Entrevista:

"Habrá tensiones graves si la Administración nos ignora

Carlos Revilla prefiere no contestar a la pregunta de su posición política dentro del PSOE -«no quiero mezclar en ningún momento mis tareas partidistas con las de la Diputación»- Fue y sigue siendo miembro del consejo asesor de Enrique Tierno Galván. Madrileño de nacimiento, 47 años, ingresó en las Juventudes Socialistas en 1963 y tres años más tarde en el PSOE, en el que actualmente es secretario de cultura en. la ejecutiva provincial de Madrid. Por su condición de médico -ejerció como neurofisiólogo en el Ramón y Cajal-, fue miembro de la ejecutiva federal de UGT-Sanidad.Pregunta. ¿Se puede ser neutral y autoproclamarse presidente de todos los madrileños cuando se pertenece a un partido político y se ha dicho públicamente que aplicará un programa de izquierdas?

Respuesta. Yo no he dicho nunca que sea neutral políticamente. He sido elegido en función de una suma de votos obtenidos por la izquierda, lo que significa que la orientación política de la Diputación seguirá los criterios marcados por esa mayoría. Esto quiero que quede claro. Pero eso no es incompatible con que mi actuación se ejerza desde una postura equidistante de los intereses de todos los ciudadanos de la provincia. Precisamente porque el criterio de la mayoría es no hacer una política partidista, sino atender sin discriminación de ningún tipo los problemas y las carencias existentes.

P. El principal criterio de la nueva Diputación es recabar toda una serie de competencias detentadas hoy por diversos organismos centralizados, y las recientes actuaciones de la Dirección General de Administración Local parecen indicar que UCD no está dispuesta a hacer fácil la labor de las corporaciones de izquierdas. Se perfila ya la inevitabilidad de enfrentamientos entre la Administración central y local?

R. La gravedad de las tensiones depende de la voluntad de UCD de acomodarse a la existencia de ayuntamientos democráticos. Coplaco no puede seguir, como antes, al servicio de una presión política centralista. Es impensable que el Patrimonio Nacional siga utilizando formas de gestión como las actuales. La Diputación reivindicará la participación popular sobre la gestión y la utilización que se le da a nuestro patrimonio artístico, por citar un ejemplo. Desde luego, si los centrales pretenden mantener esa actitud, habrá tensiones graves.

P. Madrid no está integrada en ningún ente preautonómico, y al mismo tiempo tiene que soportar la competencia directa que sobre ella ejercen ministerios y otros organismos. ¿Qué postura tiene la Diputación sobre la integración o no de Madrid en Castilla-La Mancha? ¿Se piensa, por otra parte, que alcanzando un estatuto autonómico sería más fácil ese trasvase de competencias?

R. Creo que la provincia de Madrid tendrá que acometer, individualmente al principio, su configuración como región autónoma, recabando las transferencias necesarias y estudiando al mismo tiempo las ventajas y desventajas que podrían suponer su inclusión en Castilla-La Mancha. Hay que conocer en profundidad lo que recibiría y aportaría esa inclusión, siempre basándose en un espíritu de solidaridad regional, y la Diputación ya ha decidido impulsar ese debate previo a la decisión política.

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P. ¿Hasta qué punto es cierta la acusación ucedista de que el PSOE está sujeto en su actuación a la necesidad perenne del apoyo comunista?

R. UCD se equivoca totalmente. Existe en ese pensamiento una escasa comprensión de cómo la democracia permite la obtención de una mayoría por la suma de votos. Ese escaso entrenamiento conduce a posturas grotescas. Soy poco dado a perder el tiempo en consideraciones de ese tipo, y lamentaría que la insistencia en esos planteamientos llevara a la mayoría de izquierdas a retrasar la incorporación de los miembros de UCD al gobierno de la Diputación.

P. La actual estructura municipal, minifundista, formada por muchos ayuntamientos y todos sin recursos, obliga a la Diputación a seguir desempeñando su papel de benefactora. Este es un tema político y, no puramente administrativo. Usted habló hace pocos días con el ministro de Administración Territorial, Antonio Fontán, y suponemos que este tema, como otros muchos, se pondría sobre el tapete.

R. Con Fontán hablé sobre la necesidad de que se perfile la región autónoma de Madrid, a profundización en el valor característico de sus comarcas. el desarrollo de la autonomía municipal. fomentando su vida democrática y aumentando su dotación de recursos. La redistribución de la riqueza debe hacerse en eran parte a través de los ayuntamientos y lograr un equilibrio entre las zonas de la provincia, al tiempo que se ataja el papel de Madrid capital como elemento empobrecedor de la misma. En cuanto a ese tópico del individualismo de los pueblos, que les hace rechazar una agrupación de municipios económica y socialmente rentables, pienso que la situación ha cambiado ya. El proceso de autonomía va a reforzar la identidad de las comarcas. Las nuevas corporaciones tendrán ocasión de conocer las verdaderas causas de sus dificultades, y eso creo que impulsará una dinámica de agrupaciones, de racionalización en la búsqueda de soluciones, que no tiene por qué disminuir en absoluto el respeto a las tradiciones y características de cada localidad.

P. ¿Está de acuerdo Carlos Revilla en que la Diputación Provincial necesita asimismo una profunda reorganización interna? ¿En que ha cubierto los huecos dejados por la Administración central, pero lo ha hecho de forma triunfalista, casi de cara a la galería? Su táctica ha consistido en la creación de grandes centros, tal vez prestigiosos, pero donde la relación inversión-número de beneficiarios es desproporcionada.

R. Ya he dicho otras veces que hay que cambiar el concepto de beneficiencia por el de prestación de servicios eficaces. Es cierto que la mayoría de los centros no están orientados hacia la provincia, y que hay que acercar esos servicios a los usuarios, creando no una gran escuela centralizada, sino escuelas comarcales cercanas a los pueblos, desechando la idea de las residencias de ancianos -no se construirá ninguna más- y sustituyéndola por hogares de ancianos en las localidades, de forma que el anciano no quede desarraigado del lugar donde ha pasado su vida. Las actuales residencias sólo crean infelicidad, desazón y un vacío en la existencia. Ese cambio de orientación se va a acometer inmediatamente, y creo incluso que los funcionarios trabajarán con más entusiasmo si entran en contacto más directo con las personas a que van destinadas sus servicios.

No creo, sin embargo, que la Diputación deba desprenderse de servicios coincidentes con los que prestan diversos ministerios, como es el caso de la Ciudad Sanitaria Francisco Franco. En el marco próximo de la región autónoma, lo que habrá que hacer es potenciar esos servicios al máximo desde aquí. Concretamente, deseo que la Ciudad Sanitaria se convierta en un complejo asistencial de los mejores de Europa, tanto por su calidad asistencial como por su capacidad docente y actividades investigadoras.

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