Mitin arbitral en Zaragoza y Santander
Manolo Santana va a jugar un torneo en Málaga; Manolo El Cordobés ya ha firmado la reaparición; Saporta ha alumbrado a El Naranjito, que ahora resulta que tiene un antecesor en el registro de la propiedad intelectual; en Zaragoza y Santander, los árbitros han salido mal parados del trance dominguero. Estamos en pleno revival. Vuelve a pasar lo de casi siempre.
La única diferencia del final de la temporada futbolística ' con respecto a las anteriores, es la resolución a la que está llegando el torneo de Copa. El Madrid, en plan bronco y copero, como antes decían los clásicos que era el Valencia, se ha convertido en semifinalista. Se canta una final, Madrid-Valencia. Siempre es bueno que a esta clase de acontecimientos llegue un equipo autonomista. A falta del clásico, del genuino finalista de Copa, es decir, el Athlétic Club de Bilbao, bueno será que llegue el Valencia, que también en este festejo ha participado en numerosas ocasiones. Aunque todavía ha de eliminar al Alavés y al vencedor de la eliminatoria Valladolid-Osasuna, todo hace suponer que el equipo de Mestalla estará en el Vicente Calderón para cumplir el trámite copero, quede ser contra el mismísimo Madrid, le daría, aun en caso de salir derrotado, el paso a la Recopa de Europa, dado que los del Bernabéu jugarán la Copa de Europa.Aunque el final de temporada se nos plantea sin el Athlétic de Bilbao, estamos asidos a las viejas costumbres por todas partes. Por ejemplo, en lo de los árbitros. En Zaragoza se pusieron de manos con García Carrión, que se dejó orientar demasiado por los jueces de línea, según han contado los testigos de la contienda. El domingo, mientras la radio contaba lo de La Romareda, un socio del Atlético de Madrid me decía: «El problema actual no está resuelto. Plaza ha atacado el tema por la parte central, pero se le ha olvidado contar con los jueces de línea. Ahí está el problema ahora. Ya verás como salen beneficiados los de siempre.»
En Santander, el mitin vino por la vía de Pes Pérez, a quien persiguieron los socios racinguistas con tal saña, que se negó a cruzar el umbral de los vestuarios porque le llovían los botes. El reglamento federativo prohibió la venta de recipientes de cristal en los graderíos tras aquella final Madrid-Barcelona en el Bernabéu. Ahora habrá que prohibir taxativamente los botes de cerveza que vuelan sobre las vallas con cierto animus injuriandi. El aficionado al fútbol no ha tenido necesidad de inventar su cóctel Molotov porque para eso tiene la cerveza enlatada. La cerveza no es la chispa del fútbol, pero sí el proyectil. Con una manzana dejaron sin un ojo al aragonés Bueno. Con un bote de cerveza tendremos algún descerebrado cualquier día.
Raimundo Saporta estaba en el camino de Damasco cuando se formó aquí la marimorena a costa de El Naranjiyo bis. Saporta estaba debajo de la canasta de la FIBA y le pilló de lejos la tormenta. Ahora se va a enterar Saporta de lo que es sufrir. Antes, cuando estaba en el Madrid, tenía casi todos los resortes informativos en la mano. Dicen que hasta ponía titulares. Ahora la cosa es distinta. En esto del Mundial estamos involucrados todos. Saporta no tardará en enterarse de que en las Cortes le quieren tocar los costados, y eso se publica.
La tormenta del Mundial no ha hecho más que empezar. A los patriotas de siempre les parece lamentable que nos pongamos serios. Si logramos que los dineros estén bien controlados y que no caigamos en los folklorismos, algo habremos ganado. En los países que han organizado campeonatos del mundo o juegos olímpicos ha habido polémicas parlamentarias por distintas razones. Aquí hay que acostumbrarse a que tal suceda.
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