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Tribuna:SPLEEN DE MADRID
Tribuna
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Ahora, desnudo

No, he dicho que no, claro, lo he dicho después de mirarme un rato de reojo, por el derecho y por el revés, en la cristañola del baño, y después de hojear las revistas del género, Homopoder, Gay, etcétera, donde realmente se exhíben ejemplares masculinos de pornoferia del Campo. Yo, de momento, me quedo en la Feria del Libro.Lo digo porque me han llamado por teléfono a la hora de las confidencias:

-Que habíamos pensado, señor Umbral, y no le parezca desacato, señor Umbral, que si usted posaría desnudo, señor Umbral, para publicar, claro, cuatricomía, ya sabe, cobrando, señor Umbral.

Bueno, pero esto qué es. Uno ha pasado ya de cafés, champañas, anuncios, millones, cosas, porque uno tiene una ética como la de Felipe, por lo menos, aunque uno no haga congresos para proclamar su ética y pegarse una puerta. Y ahora lo que me proponen no es la utilización de mi imagen carroza y miope para venderles a ustedes deliciosos cafés/cafés, ni espumeantes champañas, ni generosas libretas de ahorro o huchas de barro, sino que quieren mi imagen para venderla directamente.

Y sin camiseta/ braslip ocean, que eso sería publicidad. Abro una revista de hombres, a ver cómo anda el género. Ya Antonio, el quiosquero, me ha mirado raro cuando se la he pedido:

-¿Será posible, don Francisco, a sus años?

Lo primero que me encuentro, zas, es a Christopher Reeve, o sea, Superman, con sólo veintitantos y un medio perfil de David de Donatello sobrealimentado por la Unicef.

Nada de hacer, tronco, me digo. Ay si esto del destape masculino lo hubiera metido Fraga en su apertura de los sesenta, o sea, que me hubiese cogido a tiempo. Pero uno, ya más que para sex-symbol masculino, va para acuñación española:

-Esos son los que tenían que haberte llamado -dice la acrataflipé de veinte que se ha venido a verme, a dedo, desde el Norte lluvioso y autonómico.

-Tampoco te pases, choriza.

Las revistas de la homosexualidad, llenas de justas reivindicaciones, cometen un error, que es ilustrar la Carta de los Derechos del Hombre y otras cartas con la foto de un musculado camionero que se ha bajado del camión para posar tan Pegaso y caballo como el Pegaso que pilota. Por ahí no vais a ninguna parte, gais. Me lo dijo Ortega en la Revista de Occidente, cuando yo iba por allí a cazar greguerías para que Ramón las atase por el rabo:

-O se hace literatura o se hace precisión o se calla uno.

Pues ya lo sabéis, camioneros del uniamor: o se hace democracia o se hace pornografía o se calla uno. Todo a la vez es que no puede ser, porque el texto se desprestigia con la foto, y a la viceversa. ¿Y por qué teniendo tanto falso camionero embrocado -seguro que el viril gremio no tiene nada que ver con eso- recurren a este escritor desguazado, blanco de cuerpo, corto de vista, que no arrastra más que una leyenda y una bufanda, una bufanda como una leyenda?

- Bueno, pero vas a hacer destape o qué -se impacienta la acratilla, que tiene un cuelgue total o solamente sueño.

No, claro que no. A mí me habían propuesto comerciar con todo, desde la noche en que llegué al Café Gijón: con mi prosa, con mi verso, con mis ideas, con mi falta de ideas y hasta con mi señora. Pero lo que no me habían propuesto nunca era comerciar con mi propio cuerpo de antes de la guerra, de modo que empiezo a sentirme en la ducha un poco Bárbara Rey.

Azaña cuenta que Prieto quería, una vez, que cierto cuerpo de guardia desfilase con los pantalones blancos ceñidos, tipo Napoleón, porque eso les marcaba el hecho diferencial. Hoy, en España, disfrutamos dos cultos bárbaros a lo viril genesíaco: la homosexualidad y el terrorismo. Tan distantes entre sí, coinciden en imponer la superioridad del macho puro sobre el macho que piensa, o sea, el intelectual. Son dos machismos larvados. Por mi parte, decido que mejor anunciar cafés instantáneos

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