Política cultural

El pasado viernes, día 25, sentí gran indignación al ver el episodio correspondiente a la serie Con ocho basta, del cual parecía extraerse la siguiente moraleja:1. Los únicos señores bien informados de los problemas son los que forman el Gobierno, que, además, ponen en práctica las mejores soluciones.

2. No se puede mejorar el actual sistema educativo, ya que, si se reformase, no podría haber enseñanza gratuita, ni centros para subnormales.

3. Los que proponen la renovación del actual sistema educativo son unos ignorantes, manipulados por la oposición, cuyo único fin es obtener el poder.

Todos sabemos que una determinada política cultural favorece la prevalencia de unos u otros partidos del espectro político. La derecha sabe muy bien que, en el momento en que desaparezca el miedo a la ignorancia, termina su apoyo popular.

La derecha debe una buena parte de sus votos, si bien no todos, a: 1, los intereses económicos de la clase dominante, y 2, la desinformación e ignorancia de aquellos que los apoyan por prejuicios y que no participan de dichos intereses. Puesto que los del primer grupo son, estadísticamente, un pequeño porcentaje, debemos inferir que su poder se funda en la adopción de paradigmas indiscutibles (dogmas de fe, roles, falsas idealizaciones, etcétera), y en la reacción, basada en estos paradigmas, frente a enemigos hipotéticos (el comunismo, por ejemplo).

Por todo lo expuesto, si queremos una sociedad más justa, libre y democrática, no deberíamos permitir que estos paradigmas se infiltren y, lo que es peor, sean presentados como válidos por un medio de información y difusión cultural como debería ser TVE.