El Jaén recuperó en Chamartín un punto
El Jaén se encontró en Chamartín la mitad de los dos puntos perdidos por una decisión burocrática hace unas fechas ante el Betis. Se salió con la fortuna en el primer tiempo y forzó en el segundo la igualada, que defendió con cierto orden. El Castilla -paradojas- jugó esta vez un partido aceptable, estrelló dos balones en los postes, pero acusó las bajas de Pérez García y Cortés.Lo mejor del partido radicó en la exquisita deportividad de ambos equipos, detalle significativo por cuanto los antecedentes del anterior choque en Jaén, y de la visita de los de Ruiz Sosa a Getafe, no hacían presagiar tal circunstancia favorable. El cuadro andaluz no se desplegó en el campo como un equipo que se debate por eludir el descenso. Bien movido por el rubio Lacalle, jugador que sabe «ver» el fútbol, llegó con cierta claridad al área blanca, pero allí, y pese a la lucha de Cuesta, se perdía en remates inocentes que detenía sin agobios Agustín. Por contra, el Castilla puso a prueba al famoso -para su desgracia- Espinosa, que despejó en espectacular estirada un testarazo de Casimiro. No pudo impedir el meta jiennense el gran gol de Gallego, pero más tarde encontró en los postes dos guardianes salvadores, en sendos remates de Pascual y Blanco. Aún tuvo ocasión de acreditar su buena forma en otro disparo cercano de Blanco que rechazó en apurada salida.
La gran virtud del Jaén fue no desanimarse por el resultado negativo. Quizá incluso se sintió espoleado tras el descanso a la vista de que la suerte le había acompañado en los primeros 45 minutos. Lo cierto es que, aun con sus limitadas armas ofensivas, se jugó la baza de un dominio territorial que le dio sus frutos con el tanto del empate, en el saque certero de una falta de Pedraza. Luego cerró caminos a los acosos postreros del Castilla, que dispuso de dos oportunidades para haber roto la igualada, especialmente en un cabezazo de Gallego ,que salvó bajo los palos el propio Pedraza. Al final quedó en el ánimo el sabor de que, al menos en parte, la fortuna había «vengado» al Jaén de otras cosas.
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