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Depailler ganó de principio a fin el GP de España

El francés Patrick Depailler, ante más de 125.000 espectadores, que abarrotaron el circuito del Jarama, ganó la segunda carrera de su vida en la fórmula 1. El eterno segundo o el Poulidor del automovilismo, como le han llamado durante mucho tiempo a Depailler, dio una nueva victoria a Ligier y rompió el equilibrio con Ferrari.

La victoria del francés Patrick Depailler fue incontestable. Desde que el semáforo que da la salida se puso verde, Depailler tomó el mando de la carrera, para no dejarlo en ningún momento. Sólo durante quince vueltas estuvo inquietado por su propio compañero de equipo, Laffite, que había hecho el mejor tiempo en los entrenamientos, pero éste rompió la caja de cambios al cabo de estas vueltas y tuvo que retirarse, entrando en el box con manifiesto gesto de disgusto, al haber sufrido la misma avería que en la carrera anterior.Solo ya en cabeza, Depailler, sin siquiera el obstáculo de su compañero de equipo, no tuvo ya sino que mantener el hueco que había creado en su tirón inicial, lo que no le resultó demasiado difícil. El francés, muy sobrado, no fue inquietado en ningún momento, lo que restó emoción e incertidumbre de cara al resultado final. Sólo una avería podría haber privado a Depailler de la victoria, y éste tenía el suficiente margen de ventaja sobre los demás como para permitirse rodar sin forzar demasiado.

El "trompo" de Villeneuve, clave

Sin embargo, la clave de la carrera estuvo en la tercera vuelta. Hasta ese momento, los dos Ligier, con Depailler siempre en cabeza, se habían distanciado algo, pero no excesivamente. Estaba entonces en tercer lugar el argentino Reutemann, que había realizado una salida sensacional con su Lotus 79. Justamente por detrás de Reutemann rodaba el canadiense Gilles Villeneuve, quien, consciente del peligro que podía tener para la duración de sus ruedas el hacer una arrancada fulgurante, prefirió realizar ésta con una mayor tranquilidad.Poco a poco, en esas tres primeras vueltas, los Ligier se fueron despegando ligeramente del resto, mientras Villeneuve recuperaba el terreno cedido ante Reutemann. Al cumplirse la tercera vuelta, al final de la larga recta de tribunas, donde los vehículos alcanzan casi trescientos kilómetros por hora, Villeneuve intentó superar a Reutemann en la frenada. Tras rodar pegado, inmediatamente detrás del Lotus durante gran parte de la recta, para aprovechar el rebufio de éste, el canadiense se puso a la altura del que fuera líder del equipo Ferrari en la pasada temporada. Villeneuve intentaba rebasar a Reutemann, por el interior de la curva, aprovechando la circunstancia de frenar más tarde que su rival. Para ello tenía que arriesgar al máximo, porque el argentino no se iba a dejar adelantar fácilmente, y mucho menos en una zona donde la máquina ya no hace nada, y es sólo el hombre el que cuenta. Hubiera sido una humillación demasiado grande para Reutemann, infringida, además, por su segundo del año pasado. De ahí que el argentino no sólo no cediese un ápice, sino que, antes al contrario, intentase entorpecer al máximo la maniobra de Villeneuve.

Forzado al límite por el hecho de tener que hacer el adelantamiento en tales circunstancias -quizá el canadiense debió desistir en el último momento y esperar una situación más propicia, aunque para un hombre con el espíritu de lucha y el ansia de triunfo de Villeneuve es muy difícil desistir al intento de un adelantamiento, por arriesgado que éste sea-, Villeneuve frenó en un terreno prácticamente imposible. Pero, en ese instante, las ruedas traseras de su Ferrari se bloquearon, y, brusca y súbitamente, el coche empezó a atravesarse en la pista, recorriendo gran parte de la curva de lado y sin control del vehículo. Finalmente, el coche quedó detenido en medio de la pista, con el consiguiente riesgo de ser embestido por cualquiera de los vehículos que venían detrás.

Recuperado en sólo unos instantes del susto que debe producir el perder el control de un monoplaza de fórmula a casi trescientos kilómetros por hora, y de tener que esperar impasible el paso de varios coches pensando que cualquiera de ellos podría embestirle fatalmente, Villeneuve volvió a la carrera como si tal cosa, con una sangre fría impresionante Había perdido, eso sí, varios puestos, pero, con su conocido espíritu de lucha volvió a la carga para recuperar el tiempo concedido en esta maniobra.

Sin embargo, la carrera ya estaba prácticamente decidida. Con Villeneuve perdido en el grueso del pelotón, teniendo que emplear mucho tiempo extra en adelantar a pilotos más lentos que él, en un circuito en el que, por ser tan virado, los adelantamientos se hacen difíciles, los dos hombres de Ligier sabían que su máximo enemigo estaba lejos de poder inquietarles. Además, el incidente de Villeneuve había provocado un ralentizamiento de los que venían detrás de él, para evitar la colisión, con lo que el hueco producido en las tres primeras vueltas por Depailler y Laffite automáticamente se agrandó en favor de los franceses.

Gran carrera de Andretti

Pero no todo en una carrera de fórmula 1 se centra en la lucha por el triunfo. Los más de 125.000 espectadores que abarrotaron el Jarama, batiendo el récord de asistencia, pudieron contemplar la magnífica actuación del actual campeón del mundo, Mario Andretti, con el nuevo Lotus 80, que él mismo está poniendo a punto a base de aplicar toda su ciencia. Con un corazón como el que pocos tienen, y ninguno a los 39 años, Andretti realizó una carrera sensacional, pese a que su tercer puesto no parezca indicarlo así. Aun sin el bigote derecho -parte del alerón delantero que sirve para la sustentación y estabilidad de las ruedas delanteras-, y a base de poner todo de su parte para contrarrestar las deficiencias de su vehículo, Andretti luchó lo indecible por estar entre los mejores. Su tercer puesto, después de haber rebasado a Scheckter en las últimas vueltas, fue justo premio a una labor sorda, difícil e ingrata, que no todo el mundo llega a apreciar.Además de la gran actuación de Andretti, que abre grandes posibilidades de cara al futuro al nuevo modelo de Lotus -los nervios comenzaban ya a aflorar en el equipo de Colin Chapman ante la falta de resultados-, merece también destacarse la labor de su compañero de equipo, Reutemann, segundo clasificado al final de la carrera. E argentino, después de soportar el ataque de Villeneuve, aguantó el acoso de Scheckter, con el otro Ferrari, hasta que las ruedas del surafricano comenzaron a degradarse y éste ya no pudo sostener el ritmo.

Junto a esto, hay que registrar el despertar de Lauda, poco motivado ya por la fórmula 1 -el austríaco está más pendiente de su empresa de líneas aéreas que de la competición-, pero que en el Jarama, con un Brabham mejor puesto a punto que en carreras precedentes, estuvo en el grupo de los que perseguían al Ligier de Depailler. Una avería en el circuito del agua, a doce vueltas del final, cuando Lauda había accedido hasta el tercer lugar, apartó al dos veces campeón del mundo de un podio al que últimamente está poco acostumbrado.

Finalmente, el público que acudió al circuito del Jarama pudo también apreciar la reacción de Villeneuve cuando éste ya nada podía hacer para alcanzar al grupo de cabeza. Después de haber realizado otro trompo al ir a adelantar a Picquet en su fase de recuperación, poco después de su incidente al final de la recta -volví ó a sufrir el mismo problema de frenos que antes-, y con las ruedas ya totalmente degradadas, por haber tenido que realizar éstas un esfuerzo lateral tremendo para el que no están previstas -recuérdese que, a casi trescientos kilómetros por hora, su Ferrari se cruzó en su trayectoria, recorriendo un buen trecho de lado-, Villeneuve paró en boxes para cambiar las ruedas.

Con las ruedas nuevas, ya de nuevo en la pista, el canadiense se dedicó a experimentar nuevas soluciones para mejorar su experiencia. Fue entonces cuando, pese a tener la caja de cambios estropeada y no poder usar la primera, forzó al máximo, iniciando una recuperación sensacional que le acercó al sexto puesto, ocupado por el francés Pironi. Los dos Tyrrell, de éste y de Jarier, volvieron a cuajar una buena carrera, pese a que siguen sin contar con apoyo económico alguno, por lo que es posible que tengan que dejar de correr dentro de dos o tres carreras, cuando se les hayan terminado las reservas de dinero con las que aún cuentan. Villeneuve, con un ritmo frenético que le llevó a realizar la vuelta más rápida al circuito, estableciendo un nuevo récord, recuperó al francés a razón de tres segundos por vuelta, cifra casi escandalosa en este tipo de competición. Si la carrera llega a durar sólo dos vueltas más, el canadiense habría superado, con toda seguridad, a Pironi, sumando un nuevo punto.

Clasificación final

1, P. Depailler (Ligier JS 11), una hora, 39 minutos, once segundos; 2, C. Reutemann (Lotus 79), a 21 segundos; 3, M. Andretti (Lotus 80), a 28; 4, J. Scheckter (Ferrari T 4), a 29; 5, J. P. Jarier (Tyrrell 009), a 31 ; 6, D. Pironi (Tyrrell 009), a 49; 7, G. Villeneuve (Ferrari T 4), a 53; 8, J. Mass (Arrows Al -13), a un minuto, quince segundos; 9, R. Arnoux (Renault RS 01), a una vuelta; 10, R. Patrese (Arrows Al -13), a una vuelta.

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