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El Líbano que no cesa

«¿Es posible partir algo que no sea un todo?, ¿cabe hablar de secesión libanesa cuando el Estado es una contra-federación de mini-estados, intereses y banderías?A todos los que durante años han estado presagiando la desintegración de Líbano, atado y mal atado, habrá podido parecerles la declaración de un Estado secesionista en el sur del país, al amparo de las bayonetas israelíes, quizá, el principio del fin, cuando no es, probablemente, más que un enojoso, pero insignificante exabrupto en el camino. ( ... )

En este sentido, la declaración del comandante Haddad, proclamando la independencia temporal de una faja de terreno, a todos los efectos bajo el protectorado israelí, que se extiende en una profundidad de no más de diez kilómetros y una superficie de trescientos, no modifica en nada la realidad de las cosas. Ese «Estado», cualquier cosa, menos libre, ya existía desde que las fuerzas israelíes decidieron asegurar el orden en una zona al sur del río Litani, dotándose así de un campo de tiro espacioso en el que detener las incursiones de los fedayeen. El comandante Haddad no hace sino envolver en una ficción jurídica una situación de hecho, con la que Israel hace planear una sutil amenaza expansionista sobre la zona, que un día puede esgrimirse como elemento de negociación con Siria, y sus altos del Golán. ( ... )

La intangible «partición» del Líbano meridional es un episodio más del conflicto general de Oriente Medio. Sólo una paz israelí con el mundo árabe, y no únicamente con Egipto, puede devolver al Líbano sus características inimitables de Estado-encrucijada, de Estado-acróbata, en el trapecio de Ia paz. Hoy sólo puede ser Estado-tierra de nadie, estado de sitio.»

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21 abril

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