El álbum
Quique Herreros, hijo de Enrique Herreros, uno de los grandes de la primera generación de La Codorniz (la segunda se inaugura con Chumy y Mingote), me trae a casa un álbum para que se lo firme, según la costumbre mondaine del fin de siglo. No es que Quique se haya vuelto dama de álbum, pero sí que anda de travestí lírico y sentimental de una tal doña Juanita, de mediados del XIX, dama de álbum que lo dejó empezado por la tornaboda de los tiempos, que son siempre caedizos y reformistas:-En los primeros años cuarenta, mi padre -me explica Quique- encontró este álbum en una librería de viejo de San Bernardo, firmado por algunos desconocidos, y decidió continuarlo recolectando firmas y frases de famosos en memoria de la inmemorial y desconocida doña Juanita.
Hojeo el álbum, legendario de portada, romántico en las primeras páginas, como obtenido de ese fondo de barco sumergido que son las chamarilerías y librerías de viejo, camarotes del sumergible del pasado, del melancólico Titanic del ayer, que siempre náufraga. En seguida vienen las páginas actuales, contemporáneas, irónicas, con firmas, dedicatorias, dibujos y frases de Chaplin, Cocteau, Gómez de la Serna, Mihura, toda la intelectualidad española de los años cuarenta, todo el cine de los cincuenta, de Sara Montiel a Rita Hayworth.
«Para doña Juanita, a la que tanto conocí», dice Ramón, refiriéndose a aquella dama del 1800. Le recuerdan a uno o le reprochan (viene a ser lo mismo) que escribe demasiado de los cuarenta, pero creo que, en todo caso, lo hace uno con más melancolía que odio y más toque lírico que crítico. Y, sobre todo, que los felices y atroces años cuarenta llaman cada día a mi puerta con nudillos de sombra, y ayer tarde me han presentado un álbum que me hace meditar en la intemporalidad de aquella gente, de aquella cultura, de aquella vida. He aquí de lo que tenía que escribir la gente cuando no podía escribir de nada: de doña Juanita.
Huidos todos de la Historia, hecho el vacío histórico, unos se tiraban por ese vacío, por ese hueco de escalera, y otros, más ingeniosos, recurrían, como Enrique Herreros, el gran humorista, al invento de doña Juanita, concitando el ingenio, la frase, el dibujo de Serny o el poema garcilasista en torno de un fantasma, esmerilada dama, doña Juanita, que nada decía a nadie, pero que a nadie comprometía porque no era esposa de ningún jefe provincial del Movimiento, ni amante de ningún gobernador civil de Barcelona.
Como huyendo del álbum, donde he dejado mi caligrafía, voy esa misma tarde hacia Vallecas, a un homenaje a Miguel Hernández. Miguel Hernández moría en una cárcel/hospital de España por los mismos años lluviosos en que una rueda de intelectuales y artistas hacía sobrevivir a doña Juanita. Hasta se llamó, por coincidencia boba, una película de la época, El fantasma y doña Juanita. Perdíamos un desmedido poeta y ganábamos una señora de caligrafía y pura nada.
En el homenaje a Miguel Hernández, un joven poeta de Vallecas, mientras su niña se le abraza al pantalón vaquero, nos recuerda que en España hay actualmente trescientos presos políticos. En el Lara he visto Fortuna y los ojos de los hombres, duro, lúcido y preciso documento teatral sobre esa rara institución decimonónica que son las cárceles en nuestra sociedad, en toda sociedad llamada libre. Toda España era cárcel -años cuarenta- cuando los presos más ilustres y viandantes decidieron engañar su prisión con doña Juanita y el álbum de doña Juanita.
Lo que me temo ahora, lo que siento, sospecho, intuyo, es si no estaremos empezando a vivir otra época con magnitud de cárcel (eso sólo lo ve la posteridad), si no estaremos, cuantos escribimos para denunciar a medias, protestar a ratos y criticar sin riesgo, perdiendo también el tiempo con el álbum de doña Juanita, idea lírica de un ingenio de entonces, peligro político de siempre. ¿Quién es hoy doña Juanita? ¿Suárez, la transición, la democracia, la reforma, qué? Ser libre es sólo creer que se es libre. Lo he visto bien desde Vallecas. ¿Quién es hoy doña Juanita, contrafigura de la censura de entonces? ¿No habrá vuelto doña Juanita?
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