Israel vuelve a ganar el Festival de Eurovisión

Israel, con la canción Aleluya, ha vuelto a ganar el Festival de Eurovisión, gracias a unos diplomáticos y desprendidos votos de España, que ha quedado en segundo lugar y ha dejado un recio sabor hidalgo. Por otra parte, ha reinado la justicia, por lo que a la canción israelita se refiere, una pieza estandard de Broadway, que era de lo menos malo del festival.Esta XXIV edición estaba rodeada de una cierta polémica, por aquello de que es cuestionable la europeidad de Israel y porque «Jerusalén sigue siendo una ciudad ocupada». Debido a ello se había retirado Turquía y Yugoslavia decidió no transmitirlo. Claro que de todo ello no había forma de enterarse, gracias a la tópica y aburrida presentación de Miguel de los Santos, cargada de datos nimios y, al parecer, encantado de poder ocultar que en Bruselas se celebra un contrafestival.

La presentación israelí demostró en un cortometraje que en Jerusalén hay moros y cristianos y se volcó en un magnífico sonido, un escenario como de burbuja futurista, unos mimos que amenizaban los interludios y un ballet final apoteósico. Las canciones dieron la talla. De un total de diecinueve, once eran sencillamente malas, tres horrendas y cuatro regulares. Existió un especial interés en las puestas en escena de dos ballet-cantantes (Alemania y Holanda) y alguna cosa original como Italia.