Aplastante victoria del Madrid sobre el Joventut
El choque del domingo entre Madrid y Joventut sintetizó en cuarenta minutos toda una temporada. Por un lado, un Madrid serio, con gran espíritu, moral y capacidad de reacción ante las adversidades; sin un gran juego como equipo, que se ve obligado a apoyar su eficacia en las acciones individuales, que normalmente se traduce a Brabender en la Liga y a Brabender y Walter en la Copa de Europa. Por otro, un Joventut que dejó de ser un conjunto a raíz de obtener su triunfo en la pasada temporada. La inercia le mantuvo unos meses. Así, apareció como algo que en nada se parecía a un equipo, al mismo tiempo que ninguno de sus jugadores estuvo a su altura, fruto del total deterioro de que hicieron gala los de Badalona.Pocas veces el marcador sirve de brújula para orientarse acerca de lo que fue un partido de baloncesto. En esta ocasión no sólo sirvió para establecer la diferencia que hubo entre blancos y verdinegros, sino como punto de apoyo para explicar virtudes y defectos de uno y otro equipo. Los hombres de Lolo Sáinz ganaban en el minuto once por 42-21. Al descanso -es decir, nueve minutos más tarde- se pudo llegar con 49-43, en vez de 49-41, si Abadía no hubiera fallado dos tiros libres con el tiempo concluido. Hay que apresurarse a decir que este giro en el marcador no
e debió, ni mucho menos, a una reacción acompañada de buen juego por parte del Joventut. No; el equipo de Serra no hizo nada del otro mundo y siguió en su tono mediocre. Fue el Madrid el que acusó un bache propio de un equipo al que le falta entidad, le falla algo que puede ser un pivot-pivot o un hombre resolutivo que mande, o un esquema de juego que no le obligue de forma tan acusada a depender del buen tino de sus aleros.Si no es lo mismo transformar los tiros libres que lanzó Prada frente al Emerson, que los que lanzó el domingo, tampoco es lo mismo lograr un buen porcentaje cuando se tiene enfrente una defensa de zonas como la que hizo el Emerson, en vez de romper -si es que había que romper algo- la floja y desorganizada zona del equipo catalán. Así, sin estar Walter, el Madrid se fue a los 121 puntos frente a los 82 que le hizo al equipo italiano. Evidentemente se trata de distintos niveles.
Magnífico segundo tiempo del Madrid ante cinco hombres desmoralizados, disgustados, enfadados entre ellos, apáticos y sin la más mínima ilusión. Nada tuvieron que ver con un equipo y Serra se vió obligado a sentar una tras otra a todas sus figuras con el convencimiento de que aquello no tenía arreglo, y así fue. El deterioro del Joventut alcanzó límites insospechados y ya no quedó más que algún resto por salvar y que llevó el nombre de Juan Ramón Fernández. Del Joventut del Torneo de Navidad al del domingo hubo un tremendo abismo.
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