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Editorial:Después de las elecciones/y 7
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La sorpresa de Andalucía

ANDALUCÍA SERÁ la región española con mayor presencia parlamentaria en el Congreso de los Diputados, mientras que el sistema electoral de este país se base en criterios proporcionales a la población censada en cada provincia. Curiosamente, el más importante mercado electoral, por los escaños que se dilucidan, ha protagonizado en la primera legislatura democrática muy escasas páginas de las crónicas parlamentarias. A las Cortes del 15 de junio, los temas andaluces le sirvieron, en buen número de casos, para ilustrar el acentuado incremento de parados y citas retóricas sobre el desequilibrio regionaI.El comportamiento del electorado andaluz fue el 15 de junio inequívocamente favorable al nuevo régimen, a la transición que se debía operar para hacer desaparecer el sistema montado por la dictadura. El Partido Socialista Obrero Español, cuyos principales líderes provenían de esta región, fue la primera fuerza política y contó con la mayoría de los escaños. Unión de Centro Democrático se apuntó el segundo puesto y las otras actas de diputados fueron a manos de fuerzas de izquierda, tradicionalmente implantadas en la zona. En contraste; la oligarquía agraria no consiguió situar un solo parlamentario de las listas más derechistas.

Constituidas las Cortes, la política nacional -presidida por el consenso para la elaboración de la Constitución- coincidía del paro, la ausencia de inversiones y, en defini-aumento del paro, la ausencia de inversiones y, en definitiva, una situación económico-social explosiva, reflejada en importantes conflictos de orden público. La no celebración de elecciones municipales -el reflejo más inmediato del Poder- parecía confirmar la esterilidad del sufragio. Para complicar más las cosas, el señor Clavero sacó su mapa de autonomías, se creó la Junta de Andalucía como un fuego de artificio, sin poderes reales y sin posibilidades de afrontar los auténticos problemas de la región.

Los andaluces suelen tener la conciencia de haber desempeñado un papel de invitados de segunda clase a la historia general de este país, al que se encuentran ligados sin ningún tipo de veleidades. Y al mismo tiempo cuentan con mano de obra, energía y materias primas suficientes para dejar de ser el vagón de cola de la economía nacional y en mayor proporción que otras zonas más ricas del país.

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En este contexto, por encima de las acusaciones no probadas, es conveniente situar el análisis de los resultados de la consulta del 1 de marzo, cuya primera característica a destacar es el aumento de las abstenciones, que supera al del referéndum constitucional.

Y en este sentido, de un cierto desencanto con el sistema, hay que interpretar la distribución de los sufragios entre los distintos partidos. El ligero retroceso del PSOE, que pierde cuatro actas sobre las conseguidas en 1977, puede atribuirse a la falta de respuestas globales por el partido más votado a los problemas permanentes de la región. El terreno perdido en este caso tiene mayor carga simbólica, si se medita que Andalucía, junto al País Vasco, fueron las regiones que sirvieron a los actuales dirigentes del PSOE para conseguir en Suresnnes el principio del relanzamiento de su partido. Menor pérdida, en este sentido, ha sufrido el partido del Gobierno, que con el desgaste del poder sólo cede dos escaños, gracias a un voto más inteligente de la derecha, que en esta ocasión no desperdició sus sufragios en otras opciones. Por su parte, el Partido Comunista, que gana dos actas y votos populares, recoge los votos de quienes se habían sentido insatisfactoriamente atendidos por el sistema, y en este sentido hay que situar el resurgimiento del Partido Socialista Andaluz, certificado de defunción antes de que se hubiera producido su muerte.

El PSA fue a los comicios del 1 de marzo con un coro de música de funeral. Muy pocas personas pensaban que alcanzaría la condición de partido parlamentario. Por eso quizá el lograr cinco escaños sobre el total regional de 61 se ha podido considerar como un éxito espectacular. Junto a esto, sobre las sospechas de amarillismo y las acusaciones, nunca probadas, de estar financiado por Unión de Centro Democrático, hay que reconocer que el PSA ha capitalizado los votos de unos electores que, defraudados por la incapacidad del sistema para resolver o aliviar sus problemas inmediatos, optaron por votar a un partido que quedó el 15 de junio fuera del hemiciclo, personalizado por el intachable historial democrático de Alejandro Rojas Marcos, antes que decidirse por la abstención.

En esta comprometida situación inicia, por tanto, el Partido Socialista Andaluz su andadura parlamentaria: con la contradictoria imagen que se refleja de su radicalismo verbal y la extracción social de sus dirigentes, con las esperanzas depositadas por un considerable número de votantes próximos al escepticismo y la fácil tentación de exacerbar un falso nacionaismo que, no sólo no resolverá los problemas permanentes de Andalucía, sino que puede contribuir aún más a la ceremonia de la confusión, iniciada por el señor Clavero Arévalo con su carnaval de preautonomías.

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