Escatrón: una elección nuclear
Tiene el Bajo Aragón, cuna de anarquistas y escenario de las primeras manifestaciones nucleares que reunieron a miles de personas en el pueblo de Chalamera en 1975, todavía vivo Franco, en airada protesta contra una central, una espina de anhídrido sulfuroso en el corazón, llamada Escatrón, que se inclina mayoritariamente a UCD y da el visto bueno a posibles centrales nucleares.Una columna de humo, estática y blanca cuando no sopla el cierzo, corona la llanura aragonesa donde se asienta Escatrón. De día y de noche, la chimenea solitaria lanza bocanadas de humo de azufre, que ha ido sedimentándose en los olivares, las tierras de regadío, las calles y las casas del pueblo durante veintisiete años. Desde que el Instituto Nacional de Industria levantara la central térmica de Escatrón, con sus tres chimeneas y su larga secuela de pleitos.
El centro de estudios, el polígono de viviendas, el dispensario médico, el club deportivo, el economato especial, todo lo trajo la central térmica y pasó enseguida a ser compartido por otras dos empresas nacionales, Endesa y Eléctricas Reunidas de Zaragoza, dependiente de la Caja de Ahorros de Zaragoza, Aragón y Rioja.
«Ahora se puede respirar. Si hubieran venido ustedes cuando funcionaban las tres chimeneas de la térmica, eso sí que era masticar humo y hasta las pisadas se quedaban marcadas en la calle», comenta un empleado de Confecciones Busán, SA, única pequeña industria que existe en el pueblo, además de la todopoderosa central, y actualmente en expediente de crisis. Pero las chimeneas se han quedado tranquilas, y la última demoníaca nube de anhídrido sulfuroso puede apagarse dentro de un año.
Empieza a despoblarse
«A ver qué va a ser a hora de Escatrón», dicen los dueños de la única fonda del pueblo. Cuatro habitaciones vacías la mayor parte del año, desde que pasaron los tiempos de esplendor, cuando se construían las instalaciones. «Ya se han ido más de 140 familias a Andorra, en Teruel, a trabajar en la central térmica que se construye allí, y esto empieza a despoblarse. Si construyeran la nuclear otra cosa sería.»
La central nuclear de Escatrón, proyectada hace ya tiempo y bloqueda por áridas protestas populares de toda esta zona del Bajo Aragón. Fue presentada siempre por las grandes empresas Endesa y Enher como la única alternativa al paro que amenazaba al pueblo con el cierre definitivo de la central térmica.
«No es que las tierras quemadas por el sulfuro no tengan solución, lo que no tiene solución es que en Escatrón no quedan ya más que 35 ó 40 agricultores.» Jesús López Tobeña, practicante candidato del PSOE, ve pasar las nubes de humo sin inquietud. «La gente no es tonta, y si resulta que para sacarse 25.000 pesetas trabajando la tierra hay que estar de sol a sol, y la empresa da buenos sueldos por hacer mucho menos, pues es lógico que nadie quiera volver al campo. »
Un islote de UCD
Y la empresa daba, al menos, para celebrar unas brillantes fiestas de Santa Agueda, dramática imagen de pechos cortados, con dos dedos de polvo de azufre, en procesión por las calles del pueblo.
Y daba para mantener el colegio y hasta un club náutico que sólo se abre en verano.
«Así ha pasado con la gente de Escatrón, que se pusieron en plan prepotente, con sus fiestas y su pueblo por la dichosa central. Y han terpínado por perder la identidad de bajo aragoneses.» En su despacho, Florencio Repollés espera gente de Deiba (Defensa de los Intereses del Bajo Aragón) para tratar temas de la campaña municipal y mil asuntos de esta tierra olvidada. «Mira, por ejemplo, los resultados electorales de toda esta zona -saca un papel doblado de su cartera, todo él recuadrado y confuso-. En Caspe, el PSOE le ha sacado casi novecientos votos a UCD, el PTE ha tenido bastantes votos también, y así en todas partes. En Escatrón lo que me extraña es que UCD haya sacado sólo ciento y pico de votos más que el PSOE.»
Florencio Repollés, independiente dentro de una candidatura del PSOE, dice que ni siquiera se puede acercar por el pueblo vecino. Escatrón le ha visto como uno de sus peores enemigos, « Sólo porque Deiba se opone a la central nuclear. Pero ya está bien de energía eléctrica. El Bajo Aragón no consume ni la mitad de la energía que produce. Y sólo porque somos una zona deprimida y con una densidad de población baja no hay razón para que se nos llene de centrales. Y, además, si son tan buenas las nucleares, que se las lleven a la Moncloa.»
Dentro de veinte años, igual
El pueblo de Escatrón, con poco más de 1.600 habitantes, ahora que se inicia la emigración a otras zonas, no se paró a pensar en la red infinita de cables que cruzan el territorio hacia la industria catalana de este lado o hacia el País Vasco del otro. «Esto parece un arpa de tantas cuerdas y lo que aquí se necesitaría son pequeñas industrias diversificadas, no contaminantes y con un margen mayor de duración que las centrales térmicas o las nucleares. » El abogado Repollés tiene muy estudiados los graves problemas de la zona, que motivaron en su día la aparición del libro El Bajo Aragón expoliado, dirigido por Mario Gaviria. Aunque hicieran la central nuclear, ¿qué solución sería? Dentro de otros veinte años estaríamos igual.»
Lo cierto es que desde que apareciera la central no queda en Escatrón un solo agricultor joven. «Aquí sólo es rentable la tierra de secano del monte, lo demás da mucho trabajo y poco beneficio.» Tomás Candala Pino, ex alcalde del pueblo y cabeza de lista por UCD para las próximas elecciones, municipales, suele mirar al suelo, o a la columna de humo que sube por detrás de la torre de la iglesia, cuando se le pregunta por los problemas de aquí. «De la central nuclear ni hable usted, porque ese tema ya se ha parado, sobre todo por asuntos financieros, que falta dinero. Ahora, con cuatro años por delante de un Gobierno de Unión de Centro, ya veremos.» Y eso que la central estuvo a punto de provocar un verdadero drama rural en la comarca. Mientras casi el 90% de la población de Escatrón dio su voto a favor de la construcción de la misma, en un referéndum popular celebrado en febrero de 1977, un grupo de vecinos se opuso ro
Escatrón: una elección nuclear
tundamente a ella. «No es que fueran caciques exactamente -puntualiza el ex alcalde-, cada uno tenía sus razones y, claro, es posible que las tierras no se las pagaran bien. Pero había que pensar también en el bien del pueblo.»Invadidos por el humo
Alfaro y Colón fueron desde ese momento los principales enemigos de la mayoría. Vaya usted a mi casa y verá todavía las huellas de la barbarie.» El chalet, de inexplicable estilo suizo, conserva aúriuna pintada o dos, «Alfaro, no te queremos», alguna marca de pedradas. «Ya sabe usted que la prensa exagera.» El practicante López Tobeña se saca la bata blanca para las fotos y se asegura las gafas antes de dar esa opinión de viejo militante de las Juventudes Socialistas, que se diluyeron durante más de treinta años por obra y gracia del franquismo. « Las cosas no fueron para tanto. Lo que nos pasa a los aragoneses es que estamos en contra del progreso, no queremos más que el burrito y el cachirulo. Yo que recuerdo este pueblo cuando no había más que dos abrigos, el del médico y el del secretario, le digo a usted que la central le ha dado la vida, y la nuclear podría,evitar la despoblación.»
Una vida cegada por el humo que se ha infiltrado profundamente en el Ayuntamiento de Escatrón. «El alcalde anterior era chófer del ingeniero jefe, después Calanda Pina es un cuadro medio. Todo el mundo está en la central. Ha sido una verdadera obsesión para los padres; meter a los hijos en la central, que es el Estado, Y eso es siempre seguro, se decían.» Florencio Repollés guarda sus carpetas, hojas y hojas de informes y contrainformes que resumen años de lucha contra el INI, «demonio, del Bajo Aragón».
«Pero tampoco Deiba nos da soluciones.» La Candidatura Independiente ofrece, sobre todo, juventud: doce personas con menos de treinta años, entre los que se encuentran profesores, obreras del textil, de la pequeñísima fábrica de plásticos y gente de oficios varios. «Aquí hay mucha mierda,», insiste José Yubero, de Comisiones Obreras, intentando poner orden en sus palabras. «No estamos por la nuclear, pero habría que ver qué se hace.» El desorden le traiciona, al final, y lo único claro es esa cierta convicción de que «poco, vamos a poder hacer, lo único que queremos es sacar la cabeza».
Hay rumores de que los candidatos de Unión de Centro Democrático han prometido la salvación del pueblo, no se sabe muy bien con qué medida, y han conseguido muchos afilia.dos entre los propios obreros de la empresa. Tal vez por ello, Independientes y PSOE languidecen con la campaña electoral recién inaugurada y nadie piensa en pegar un cartel. «Total, nos conocemos todos.» Y los escatroneros, hechos ya al olor del azufre y a las chimeneas interminables, ante la amarga perspectiva de emigrar, piensan que «qué más da una central nuclear, si el mal está hecho ya, y así tendríamos de nuevo trabajo».
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.