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Valiosa aportación de un joven de diecisiete años al conocimiento de la retina humana

Una investigación de un muchacho español de diecisiete años puede proporcionar una valiosa ayuda en el estudio de la retina humana, permitiendo conocerla mejor en su funcionamiento ante las imágenes, conocimiento especialmente útil en actividades en las que la visión tiene una importancia primordial, como la conducción de automóviles, control de vuelo, etcétera. El joven investigador fue galardonado ayer con 100.000 pesetas por un jurado compuesto por los rectores de las universidades españolas y numerosos directores de medios informativos. Era el fallo de la once edición de los premios Holanda, que la empresa internacional Phillips concede a jóvenes europeos.

El joven premiado es Jorge Dávila Muro, autor de un trabajo que bajo el título Analizador diferencial del retardo visual por oscurecimiento relativo entre ambos ojos, estudia los distintos tiempos en la percepción de un estímulo para distintas intensidades del mismo. «El analizador descrito utiliza los dos ojos -según declaró el jurado, en un comunicado de prensa- para distintas intensidades del mismo. El analizador utiliza los dos ojos como canales de percepción independientes y los expone a estímulos luminosos de la misma duración y distintas intensidades.» De esta forma, la percepción del estímulo luminoso menos intenso requiere más tiempo que el estímulo de mayor intensidad. Cuando el individuo, bajo análisis, cree ver los dos estímulos simultáneos, éstos están desfasados en el último tiempo.Este desfase coincide con la diferencia de tiempos de percepción entre ambos ojos. El analizador observa automáticamente sectores de la retina, o bien de toda ella, pudiéndose así componer mapas de retardo para los distintos elementos de la retina y poder así estudiar la relación de este fenómeno con las distintas zonas y células que la constituyen. El tratamiento de los datos se lleva a cabo por un calculador, al que estará conectado el analizador.

Otro muchacho de Madrid, también de diecisiete años, obtuvo otro premio de 100.000 pesetas por su investigación sobre El vencejo común. Se trata de Luis Méndez Arias, que durante varios años ha observado atentamente la vida, costumbres y peculiaridades de esta pequeña ave.

Estudio y protección de las aves rapaces de los centros de enseñanza es el tema de un estudio llevado a cabo por un grupo de muchachos de Orense, de los cuales sólo tres han venido a Madrid, a estar presentes en el concurso. Serafín Luis González Prieto, Valeriano Martínez García y José Manuel Castro Losada, esperaban el fallo del jurado con cierto nerviosismo, al igual que el resto de los participantes. Mientras aquel proseguía sus deliberaciones y examen de los candidatos, los jóvenes ecólogos gallegos explicaron a EL PAIS qué es lo que han intentado con su trabajo. «Nos hemos dado cuenta de que la expoliación de los nidos es abusiva -afirma uno de ellos, entre vivaracho y cabreado-. Hay una continua gran matanza. Nosotros queremos que se pongan en práctica las leyes, leyes que están en el papel pero que nadie se preocupa de hacerlas cumplir.»

Otro grupo de jóvenes ecólogos, esta vez abulenses, integrado por Pedro Sánchez Suárez, José Carlos de Saroa, José Manuel Muñoz Jiménez y Luis María Chía afirman realizar otro estudio sobre El cerdo ibérico.

La cuna del futuro es curioso dispositivo de Felipe López López gracias al cual, «los padres del bebé se pueden marchar al cine, sin problemas, aunque el niño llore». Un micrófono de alta sensibilidad detecta el llanto del niño pequeño. En el momento en que éste se produce es accionado un motor que mece la cuna y sumerge de nuevo al bebé según lo previsto, en el paraíso de sus sueños sin que sus padres se tomen la menor molestia. Su inventor, un jovencito murciano, parece muy convencido de la utilidad e impecabilidad del invento.

José Luis Rodríguez Sánchez y José Manuel Reyero Peláez son dos estudiantes de Veterinaria, de veinte y diecinueve años, respectivamente, a los que también les preocupan las cuestiones ecológicas. El objeto de su investigación Estudio de la alimentación de la lechuza en un valle cerealista, es así descrito por sus autores: «Es un análisis de las gagrópilas que son concreciones de materia indigerible tales como huesos, plumas, etcétera, devueltas por vía oral... Hemos analizado la dieta de la lechuza.» La investigación parece consistente. Los jóvenes veterinarios analizaron un conjunto de 11.706 presas.

Otro tema de observación naturalista fue el objeto de investigación de un muchacho madrileño: Rafael Lehoz, quien presentó un trabajo sobre Rosas y Números que es un estudio de la morfología de la hoja del rosal.

Otro joven de diecisiete años, alumno de cuarto curso de electrónica, segundo de formación profesional-2, efectuó un Diseño de cerebro digital para jugar a las tres en raya. Francisco Gutiérrez de la Cruz, autor de este inteligente diseño lo explica así: «Es una máquina que hace lo mismo que un jugador. Se puede jugar, por tanto, contra la máquina. Esta tiene dos niveles. En el nivel 1, la máquina está programada para ganar siempre. Pero, como sería aburrido jugar sabiendo que siempre se pierde, he puesto un segundo nivel, en el cual puede ganar la máquina o el jugador.»

Reynaldo Fernández Manzano, veinte años, estudiante de segundo de Historia, clavecín y musicología, presentó un trabajo titulado Esbozos metodológicos sobre el arte musical que, según su autor, «es un método nuevo tanto por la historiografía musical como por la composición o la interpretación. Intento teorizar sobre las tendencias modernas de los compositores de hoy, autores o intérpretes».

Por último, un décimo concursante asombró a sus compañeros y miembros del jurado. David Pérez Corral, un chaval de diez años, de Barcelona, presentó un trabajo teórico sobre la Generalización de la prueba del nueve. Estudia quinto de EGB y responde a mis preguntas con un gesto excepcionalmente inteligente, manifiesto en unos ojos de mirada honda que crea un silencio absoluto en los que le rodean durante nuestra entrevista.

«Mi trabajo consiste -explica desde sus sorprendentes diez años- en una generalización de lo que hacemos al aplicar la regla del nueve. Cuando hacemos una operación en cualquier base, necesitamos comprobar si está bien hecha. Hacemos la prueba del nueve en base diez... Para hacerla en cualquier base, siguiendo la regla de la base diez, se cuenta la base menos uno...» David Pérez Corral prosigue su explicación sobre lo que ha intentado hacer en ese trabajo de diez folios que presentó a los premios Holanda, mientras sus compañeros se disponen a la entrega de premios, unos premios a la juventud que es lo que empieza pero, sobre todo, unos premios a la inteligencia y la creatividad humanas.

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