Desconvocada la huelga de taxistas

Los taxistas madrileños no fueron el viernes a la huelga. Después de varias sesiones de negociaciones en el Gobierno Civil -la última acabó a las cuatro de la madrugada del viernes al sábado- decidieron desconvocarla, al estimar que el gobernador civil, señor Rosón, había dado satisfacción adecuada a sus peticiones. Estas se concretaban en la implantación de un servicio de vigilancia policial en los puntos o zonas de la ciudad que se han revelado como de uso más frecuente por los atracadores. La retirada inmediata por parte de la grúa de los vehículos estacionados en los carril-bus, y asegurar que las gasolineras ofrezcan un abastecimiento amplío de bombonas de butano.

Las gestiones del Gobierno Civil han ido solventando los tres problemas apuntados antes. Después de presionar ante Butano, le llegó el turno a la Dirección General de Energía, quien, finalmente, cursó las órdenes oportunas para que en cada gasolinera se almacene un cupo mínimo de 350 bombonas, en lugar de las cien que constituían el tope actual. Ayer, la agencia Efe informaba de que el Gobierno Civil ha impuesto una sanción de 250.000 pesetas al representante legal de la gasolinera San Antonio, ubicada en el puente de los Franceses, precisamente por no disponer de suficiente suministro durante los pasados días 23 y 24 de febrero.

Por su parte, Santiago Estrada, delegado de Circulación y Transportes, ya ha cursado instrucciones a los servicios de la grúa en el sentido de que patrullen constantemente por los carril-bus, que, además, se están marcando de nuevo. Por último, fue el propio señor Rosón quien aseguró a los taxistas que la Policía Nacional controlaría estrechamente los puntos negros de Madrid en cuanto a la comisión de atracos o coacciones a los taxistas.

Fuentes del Sindicato Unitario indican, sin embargo, que en algunas gasolineras los propios taxistas tienen que servirse de bombonas, ya que Butano no ha proporciona do el personal necesario para aten der el servicio. Asimismo, algunos de los carriles prometidos, como el de la calle de la Princesa, vuelven a no ser utilizables para los taxistas. Estos comienzan a pensar que las soluciones ofrecidas lo fueron sólo para impedir la huelga, y podrían reconsiderar su actitud.