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Ocho estudiantes iraníes "representación paralela" de Teherán en España

Ocho estudiantes iraníes residentes en España permanecen desde ayer en el interior de la embajada de Irán en Madrid, mientras reciben instrucciones del Gobierno revolucionario de Teherán sobre el destino de las personas y bienes adscritos a la embajada. Esta representación diplomática paralela tomó ayer su primera medida ejecutiva al decidir precintar los archivos de la embajada y el despacho destinado a la agregaduría militar.

Los diplomáticos improvisados, estudiantes de universidades madrileñas, pertenecen a la comunidad iraní en Madrid y fueron los que el martes pasado, encaramados en la fachada principal de la embajada, cambiaron la bandera del trono imperial del Pavo Real por el emblema islámico de la revolución chiita.«Nos vemos obligados a mantener intactos los bienes y los documentos de la embajada -nos dice Morteza, portavoz del grupo- porque pertenecen al pueblo de Irán. En esta situación permaneceremos hasta que recibamos órdenes del Ministerio de Asuntos Exteriores de nuestro país. La eventualidad de una salida de bienes o documentos del recinto de la embajada se trata de una probabilidad que hemos querido evitar».

La entrada de los estudiantes, así como el relevo de banderas, se ha realizado de forma tranquila y pacífica, y en tódo momento las relaciones entre la representación diplomática que encabeza el embajador Manuchehr Azima y la representación paralela de los estudiantes son tranquilas, incluso cordiales.

Pollos y té para todos

La comida de ayer transcurrió con plena normalidad, si bien los estudiantes devoraron sus pollos tipo kentucky, con patatas fritas, en el salón de entrada y los diplomáticos de carrera optaron por comerse los suyos en un despacho contiguo. Sin embargo, a lo largo de la tarde permanecieron reunidos en el gran salón y a la hora de redactar estas líneas todos juntos tomaban un té típico iraní, el chay, una modalidad similar a la infusión del tipo ceilanés.Las horas discurren lentamente con los dos equipos diplomáticos sentados frente a frente, igualados en número, con un gran receptor de radio en el centro de la sala, desde el cual se escucha radio Teherán sin dificultades. Afuera, varias decenas de policías impiden el acceso a toda persona que carezca de autorización expresa del señor Azima.

Para el consejero señor Ghahremani, en ningún momento han sentido miedo o recelo hacia los estudiantes. «Ya los conocíamos antes de todo esto y sabemos que no podían existir dificultades. Nuestro aviso a la policía -el embajador se entrevistó ayer tarde con el director general de Seguridad, Mariano Nicolás, que decidió enviar una fuerte dotación policial a la calle de Jerez, 5- obedeció a que en estas circunstancias puede haber personas que se aprovechen de esta situación de inseguridad. Estas personas, claro -añade el consejero de la embajada-, no serían los estudiantes, cuya cortesía es plena».

La jefatura de Protocolo del Ministerio de Asuntos Exteriores indicó ayer que en aplicación de la doctrina Estrada, entiende como válida la representación del embajador Azima. Por su parte, el diplomático se ha puesto también a las órdenes del primer ministro Mehdi Bazargan y aguarda instrucciones. Entre su relevo o el placet, los estudiantes iraníes esperan también.

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