Comienza el deshielo dictatorial en Haití
Tres hechos resaltan en las elecciones legislativas celebradas el pasado domingo en Haití, el pequeño país caribeño considerado el más pobre del hemisferio occidental: en primer término, la victoria de un candidato independiente, que equivale aquí a la oposición, en una de las circunscripciones electorales más importantes del país, Cap-Haitien, hecho que no se había producido nunca en la reciente historia haitiana. En segundo lugar, la enorme frialdad con la que, al menos en la capital, se han comportado los votantes, y, por último, las notables peculiaridades de los procedimientos de sufragio.
Como no existe un censo fiable, no es posible asegurar el número de personas con derecho a voto. Los cálculos más aproximados establecen en un millón y medio, aproximadamente, el número de haitianos mayores de dieciocho años, lo que equivale a otros tantos con capacidad de sufragio. Alrededor de doscientos candidatos presentaron sus ofertas a los votantes. La cámara legislativa está compuesta por 67 miembros.La atención de los sectores más politizados del país y fuera de la órbita del oficialismo (jóvenes universitarios, algunos intelectuales y periodistas) se centraba básicamente en observar la amplitud de la candidatura de Alexander Le Rouge, aspirante a diputado por la provincia de Cap-Haitien y considerado como independiente. Le Rouge, que ha hecho una campaña basada en el lema «por los derechos del hombre», significa el primer intento de contestación política dentro de la legalidad del régimen haitiano.
A falta de resultados oficiales definitivos, la victoria de Le Rouge parece asegurada y, por tanto, la presencia en la cámara legislativa de un islote diferenciado del oficialismo. Le Rouge, que se ha cuidado mucho, por otra parte, de exhibir algún tipo de clasificación ideológica, será el medio público a través del cual se canalicen las voces disconformes que, realmente, aumentan cada día en este empobrecido país.
En la victoria de Le Rouge hay, además de otras consideraciones, un hecho singularmente positivo, la imparcialidad gubernamental. En otros tiempos, el candidato independiente no habría tenido ni siquiera oportunidad de presentarse a las elecciones.
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