La jerarquía católica reafirmará su neutralidad ante las elecciones
Un documento neutral sobre la actitud que deben tomar los católicos frente a las inmediatas elecciones generales será el que dé a conocer esta tarde la Comisión Permanente del Episcopado, que también mostrará su postura de condena ante la violencia terrorista.
Los diecinueve obispos que participan en las reuniones de esta Comisión Permanente ha estudiado también la postura del episcopado español ante los recientes acuerdos entre el Estado y la Santa Sede. El contenido de estos acuerdos será analizado en profundidad por la asamblea extraordinaria de obispos, que se celebrará a finales de junio.En su asamblea extraordinaria, los obispos pondrán énfasis en el estudio de la nueva situación que se le plantea a la Iglesia ante el matrimonio, sobre el que ya se han pronunciado individualmente los prelados.
La Comisión Permanente del Episcopado escuchó ayer, fundamentalmente, los informes educativos y económicos presentados por Elías Yanes, arzobispo de Zaragoza, y por Bernardo Herráez, gerente de la Conferencia Episcopal.
Una de las primeras consecuencias que la tendencia que el episcopado tome con respecto a la campaña electoral va a ser sentida por la antigua cadena de emisoras de la Iglesia (COPE), que sigue dependiendo de los obispos, con carácter de sociedad anónima. Monseñor Montero, portavoz de los obispos, anunció ayer que estas emisoras recibirán directrices sobre la publicidad política que deben o no admitir durante la campaña. La comisión permanente del episcopado recomendará el rechazo de los textos que pudieran herir o dañar a personas, valores o instituciones, o que incluyan opiniones contrarias al espíritu de lo que defiende la Iglesia como tal.
En cuanto a la recomendación que el episcopado hará a los católicos ante los comicios, monseñor Montero explicó que la nota no será diferente a la que la misma institución dio a conocer antes de las elecciones generales de junio de 1977 y antes del último referéndum.
La Conferencia Episcopal se pronunció en 1917 sobre lo que debía ser el voto cristiano. En principio, recomendaba a todos a ir a las urnas. En segundo lugar, se desligaba de cualquier opción electoral, señalando que «ningún grupo político es capaz de reallzar plena y satisfactoriamente los valores esenciales de la concepción cristiana de la vida». A pesar de ello, diversas especulaciones publicadas en su tiempo aseguraron que la jerarquía eclesiástica tenía sus simpatías con Unión de Centro Democrático, donde se concentraba una gran parte de la democracia cristiana que le es afin.
La exclusión de la Iglesia de cualquier opción política no fue óbice entonces para que la Conferencia Episcopal afirmara que los cristianos debían «negar su apoyo a aquellos partidos o programas incompatibles con la fe, como por ejemplo los que niegan los derechos fundamentales y las libertades del hombre, los que propugnan la estatificación de la enseñanza contra el derecho de los padres a elegir la escuela que prefieren para sus hijos; los que hacen del lucro el motor esencial y exclusivo del programa económico; de la concurrencia, la ley suprema de la economía, y de la propiedad privada de los medios de producción, un derecho absoluto, sin límites ni obligaciones correspondientes».
La Iglesia volverá a pronunciarse ahora, por otra parte, contra «los que emplean la violencia, el odio y la mentira, para conseguir sus fines», como se decía en la declaración episcopal de abril de 1977. Los obispos redactan estos días, en un sentido similar, un comunicado contra la violencia.
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