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Tribuna
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UCD: palabra cumplida

Secretario general de UCD

Hoy se abre la campaña electoral. En un proceso de velocidad fulgurante desde que se convocaron las anteriores elecciones, ahora hace diecinueve meses, los españoles, que ansiaron durante cerca de cuarenta años poder elegir su propio rumbo, han vivido la alegría y las tensiones de la normalización democrática. Incluso algunos profesionales del desencanto, que se vieron instalados en un contexto democrático en contra de su voluntad, madrugan y se apresuran en pronosticar la indeferencia del electorado ante los próximos comicios. Nada parece más lejos de la realidad.

Si el 15 de junio el pueblo español protagonizó un formidable ejercicio de claridad, estableciendo los márgenes de su libre voluntad y su marcado deseo de moderación política, el 1 de marzo habrá de realizar una opción. Terminado el tiempo de clarificación y de establecimiento de bases para la concordia, ha llegado el momento de escoger el modelo de sociedad en el que se desea vivir y el Gobierno que ha de establecerlo a lo largo de los próximos cuatro años.

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El presidente Suárez organizó el paso de la dictadura a la democracia y guió ese tránsito sin que los españoles tuviesen que sufrir la traumática sacudida que hoy presenciamos al extinguirse largos regímenes personalistas. Realizó el cambio al bajísimo costo que había prometido: el de la reforma con plena seguridad jurídica para todos los derechos legítimos. No se trataba de un lavado de fachada o de un retoque de apariencias, sino de cambiar el sistema. Instaurando el pluralismo. Reconociendo a todos los partidos. Convocando elecciones libres. La fecha del 15 de junio será, para la historia, el testimonio del cumplimiento de esa difícil empresa.

Al construirse el Gobierno de Unión de Centro Democrático, tras su primera victoria en las urnas, se procedió a diseñar de inmediato el objetivo de esta etapa, también plenamente alcanzado. Palabra cumplida.

En efecto, tal y como se prometió, se aseguraron los mecanismos básicos para la concordia y el entendimiento entre los españoles, forjando una Constitución por compromiso, en lugar de dejarse arrastrar con la facilidad de una coalición que habría dado a luz un texto en el que habría quedado sin duda sembrada la confrontación de dos modos irreconciliables de ver España. Las acusaciones de morosidad o de cansancio en el lento camino del acuerdo serán, en cualquier caso, menos severas que las de intransigencia y maximalismo a ultranza, en las que este país ha tenido tan dolorosas experiencias.

La Constitución es de todos

La Constitución fue hecha por todos y para todos. Se creó un amplio marco en el que puede desarrollarse la personalidad histórico-cultural de los diversos pueblos de España, cuya unidad se integra ya hoy indisolublemente desde esa realidad plural enriquecedora. Se han establecido las bases de una mayor justicia social y la reforma fiscal está ahí para testimoniarlo. Y, al tiempo, se ha iniciado el saneamiento profundo de la economía española. La laboriosa etapa de concordia extendida desde los pactos de la Moncloa hasta el reférendum constitucional se cumplió también con exactitud y, a pesar de las adversidades, según la palabra empeñada. Nada más ratificar el Rey la nueva Carta Magna de todos los españoles, el presidente Suárez proponía la disolución de las Cortes, señalando el inicio de una nueva etapa: la de la consolidación, la de la construcción de un modelo de sociedad en cuatro años de Gobierno y desarrollo constitucional.

Este es el momento de encrucijada por el que, contra todo pronóstico intencionado, van a tomar partido los españoles. Y este es el momento de responder con exactitud a la pregunta crucial: ¿por qué UCD, y no cualquiera,de las otras opciones políticas?

Porque UCD ha demostrado merecer la credibilidad que se le dispensó y ha dado en el terreno de los hechos mayores pruebas de eficacia, sentido de la responsabilidad, coherencia y rigor que cualesquiera otras posibles alternativas que se ofrecen al electorado.

Y porque UCD propone un modelo de sociedad viable y un verdadero programa de Gobierno. Sin demagogia alguna, este es el reto de futuro.

El modelo de sociedad moderna, propio de la Europa occidental, está basado en los valores humanistas tales como la libertad, el pluralismo, la igualdad, etcétera. Es el único sistema que consigue ser a la vez más libre y más justo, porque sobre esas raíces es capaz de poner en funcionamiento el sistema económico más eficaz y, próspero de nuestros días. Ese es el modelo de sociedad y ese es el sistema económico al que sólo UCD está en condiciones de llevar a los españoles, porque sólo UCD cree de verdad en él y UCD cumple.

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