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Las elecciones del 11 de febrero, una esperanza de normalización política en Haití

Por primera vez en muchos años, Haití va a vivir un proceso político lejanamente parecido, al menos, a los que con periodicidad experimentan los países democráticos. El 11 de febrero próximo los haitianos acudirán a las urnas para elegir a los 67 miembros de la Asamblea Nacional, que ejercerán el poder legislativo durante los próximos seis años.

Realmente, no sería exacto decir que los habitantes de ese pequeño país del Caribe acuden a las urnas por primera vez en mucho tiempo. Formalmente, cada seis años se celebran en el país comicios legislativos. Pero, hasta ahora, y desde que la saga de los Duvalier se instaló en el poder en 1957, las elecciones, no han sido más que una ratificación incondicional de los deseos de Papá Doc y de su heredero, Jean Claude Duvalier, quienes imponían a su antojo las listas de candidatos, casi todos parientes o amigos de la familia.Lo realmente novedoso de las elecciones de este año es que va a ser posible comprobar hasta dónde llegan las consecuencias de la tímida liberalización introducida en el país desde hace dos años por el noveno presidente vitalicio de Haití, Jean-Claude Duvalier, Babi, Doc, de veintisiete años.

Jean-Claude, por quien nadie apostaba un ochabo en 1971, cuando se hizo cargo del poder a la muerte de su padre, se ha apartado en este tiempo de los esquemas represivos mantenidos por Papá Doc. Los principales colaboradores del presidente ya no son los viejos amigos del fallecido Duvalier, conocidos en Haití como los dinosaurios. Ahora, jóvenes tecnócratas, familias pertenecientes a las pocas ricas del país, formados en Estados Unidos y en Europa, conforman el principal grupo de asesores de Jean-Claude. El Gobierno permite la crítica abierta a través de sema narios como Le Petit Samedi Soir y Jeune Presse. Los Tonton-Macoutes, temible guardia pretoriana de François Duvalier, autora del exterminio de centenares de opositores, están encuadrados dentro del Ejército haitiano y ya no gozan de la misma impunidad para sus desmanes.

Tímida apertura

La pequeña apertura del rígido sistema político haitiano ha coincidido con la política de derechos humanos establecida por el presidente norteamericano Jimmy Carter. Para Haití, el país más pobre del hemisferio occidental, la ayuda norteamericana es, sencillamente, vital para la supervivencia. Baby Doc debió comprender que necesitaba hacer un gesto visible en la normalización de la vida política de su país para seguir contando con dicha ayuda. Así fue como en septiembre de 1977, Jean-Claude Duvalier promulgó una amnistía que dejó en libertad a 104 presos políticos («los últimos, según el presidente haitiano) y pidió a la comisión de derechos humanos de la OEA que visitara el país.En un reciente informe, Amnesty International incluyó a Haití en el reconocimiento a un grupo de países que habían concedido «amnistías amplias y generosas», grupo en el que se encontraba España.

No se crea, sin embargo, que han desaparecido los modos y costumbres que hicieron merecer al régimen de Haití la triste fama de ser uno de los más represivos del mundo. Toda la actividad ciel país sigue siendo en torno a la familia Duvalier, cuya fortuna se calcula en más de trescientos millones de dólares (más de 20.000 millones de pesetas), en un país donde el ingreso medio por habitante apenas sobrepasa las 7.000 pesetas anuales.

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Jean-Claude Duvalier ha cambiado con respecto a su padre en lo que se refiere a contacto personal con sus súbditos.

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