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Tribuna
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Preparar España para la adhesión

Secretario de relaciones exteriores de Alianza Popular

La adhesión de España a la CEE, aunque sea mediante una operación lenta y difícil, es un objetivo que nuestro país está, sin duda, en condiciones de alcanzar y en el que hay que perseverar, pero que es perfectamente compatible con un planteamiento global que tenga en cuenta desde ahora, hasta el momento en que se consiga la adhesión, los intereses de los diversos sectores de la economía nacional, defendiéndola en una negociación en la que España no sea mero sujeto pasivo. Si se plantean aisladamente los problemas sectoriales con la CEE, tratando primero la siderurgia, luego los textiles, más tarde la pesca y, finalmente, la emigración, no avanzaremos en ninguno. La situación será todavía peor si nos contentamos con una política de «parches». Hasta ahora lo único que se ha hecho ha sido dejarse llevar por los pasos marcados por la mecánica de la Comunidad.

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Hay que tomar la iniciativa mediante una propuesta de solución urgente que englobe todos los principales intereses españoles, dentro, naturalmente, de la óptica de adhesión.

La realidad es que la negociación con la Comunidad sigue siendo todavía algo perfectamente desconocido para gran parte de la opinión pública española. Muy pocos han pedido un auténtico debate sobre la cuestión y no se ha procedido tampoco a consultar debidamente a los sectores más afectados por la integración sobre los términos en que habría que negociar con la Comunidad. Hay que negociar sin que quepa ninguna renuncia de los derechos de Estado europeo soberano, susceptible de integrarse en igualdad de condiciones a la CEE.

Es imprescindible salir del círculo vicioso proteccionismo agrícola-desarme industrial. No podemos conceder un desarme arancelario a cambio de la esperanza de obtener una mejora sustancial en las promesas agrícolas de la CEE.

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Hemos de anticiparnos a lo que será la situación de la Comunidad en el momento de nuestra adhesión y prepararnos desde ahora, durante las negociaciones que, protocolo aparte, no empezarán hasta el otoño con un Gobierno español estable y un Parlamento Europeo ya elegido, esforzándonos en la reconversión de los sectores productivos españoles, que, indudablemente, habrán de verse afectados. Es importante utilizar ese período de negociaciones para avanzar en la preparación de nuestra economía, no dejando a la precipitación de última hora, ni menos a la imposición desde el exterior, la realización de: las transformaciones necesarias.

Los sectores industriales tendrán que superar su orientación, hasta ahora demasiado proclive hacia el mercado interior, incrementar su productividad a partir de una utilización adecuada de los factores de producción y de una racional dimensión empresarial y someterse a un creciente aumento de la competitividad. En cuanto a los sectores agrícolas, sería deseable que la negociación nos llevase a participar desde dentro en los trabajos de reforma de la llamada Europa «verde».

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