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Más de 1.200 aspirantes, y ningún sereno en ejercicio

Más de 1.200 aspirantes a serenos han presentado en la Jefatura de la Policía Municipal los datos que se estipulan en la Ordenanza de vigilantes nocturnos, en previsión de que los vecinos de algunas de las 6.716 demarcaciones en que ha sido dividido Madrid no tuvieran candidato propio y decidieran recurrir a ellos. En atención a los márgenes de edad previstos en la propia ordenanza (más de veintiún años y menos de cuarenta para los civiles, y menos de 55 para quienes hayan pertenecido a la Guardia Civil, la Policía Armada o a la Policía Municipal), han sido desestimadas cuatrocientas candidaturas. Hay, por tanto, ochocientas personas que cumplen los requisitos exigidos.A pesar de que existe constancia de esta apreciable cantidad de candidatos a vigilantes nocturnos, fuentes de la Policía Municipal manifestaron a EL PAIS un cierto pesimismo por lo que respecta a la pronta reinstauración del servicio. Tal pesimismo se apoya sobre todo en razones económicas: «El hecho de que sean los vecinos quienes tengan que soportar económicamente a sus vigilantes resta, sin duda alguna, interés a las comunidades.» Sin embargo, hay otros motivos de carácter más general para la lentitud con que los primeros trámites se están cumpliendo: «Como se sabe, para proponer un vigilante es preciso el acuerdo de más de un 50% de los vecinos de cada demarcación, y en un asunto de tanta importancia como la creación de un puesto de trabajo, las discrepancias son más difíciles de solventar.»

Si se tiene en cuenta que la Ordenanza ha sido aprobada hace ya varios meses, y que en la actualidad ni un solo vigilante nocturno ejerce en Madrid (como no sea jurado), se prevé un largo plazo todavía hasta que el servicio de serenos sea instalado en ura zona relativamente amplia. A este respecto, las mismas fuentes opinan que «los primeros enclaves en que actúen los nuevos vigilantes nocturnos van a coincidir con zonas cuyos vecinos estén económicamente bien acomodados: quizá en colonias cerradas o en comunidades que ya disfrutan de otros servicios también prestados por personas, cuyos gastos sufragan sus habitantes, como jardineros, calefactores, etcétera; ello indica que en estos casos el acuerdo sería, por todos los conceptos, mucho más sencillo».

En lo que está resultando un difícil proceso de implantación del servicio, el Ayuntamiento madrileño desempeña, según todas las referencias, un papel meramente supervisor: es decir, que se limita a cuidar de que las iniciativas de los vecinos se ajusten a la Ordenanza. A fin de hacer más asequible ésta, las juntas de distrito han sido encargadas de facilitarla a toda persona que la solicite.

También se expuso a EL PAIS la posibilidad de que el Ayuntamiento «impartiese unas minimas enseñanzas, un cursillo quizá, a los vigilantes propuestos en las demarcaciones. No cabe duda de que la existencia de vigilantes nocturnos exige unas tareas de coordinación con otros servicios y unos elementales conocimientos, dado que la misión que se les encomienda es ciertamente delicada. En este sentido queremos reafirmarnos en que el Ayuntamiento no se opone ni congela en absoluto la reimplantación del servicio de serenos en Madrid. Lo que ocurre es que en las nuevas circunstancias son los vecinos quienes deben intervenir directamente en la constitución de la red de vigilantes y, como ya se ha dicho, los desacuerdos entre ellos son muy comunes en temas de tanta trascendencia económica. A nosotros nos parecería muy bien que a nuestros servicios actuales se añadiera uno nuevo, no contradictorio, sino complementario ».

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