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Pekín establece el "capitalismo patriótico"

La República Popular China está decidida a dar un impulso a la «campaña de las cuatro modernizaciones» recurriendo tanto al capital extranjero como al autóctono. El Comité Central del PC chino, en una reunión del pasado día 22, ha decidido devolver las propiedades individuales a los campesinos, expropiados en 1955, y rehabilitados en sus derechos civiles y políticos, según acuerdo del día 28, de los que fueron despojados durante la Revolución Cultural.La nueva fórmula que emplean los dirigentes de Pekín es la de «capitalismo patriótico», con el propósito de animar a los medianos y grandes campesinos chinos a que colaboren económicamente en el despegue económico que pretende China.

De acuerdo con la resolución del Comité Central los títulos bancarios, que van a ser devueltos, y las propiedades agrarias deben contribuir especialmente a desarrollar «el turismo, los servicios y el comercio internacional».

Este proceso de capitalización de la economía china, que ya comenzó a principios del año pasado con la entrada, en vigor de escalas salariales en consonancia con el rendimiento personal, también se inscribe en el proceso de desmaoización actual y el reencuentro con los principios liberales que animaron la primera revolución nacional en China, en 1911, bajo el liderazgo de Sun Yat-sen.

Fue precisamente éste, cuya figura política es admirada tanto en China como en Formosa, quien planteó por primera vez la necesidad de «abrir las fronteras chinas a todos los hombres, todas las ideas, los capitales y los mercados».

El capitalismo con rango de ley

Entre 1949 y 1954, el régimen maoista favoreció la iniciativa privada en el campo, hasta el punto de que en Occidente se consideró a Mao como un mero reformista agrario. Lo cierto es que la explotación privada dio excelentes resultados para las propias comunidades agrarias, pero el abastecimiento en las ciudades era precario. Así, una ley de 28 de junio de 1950 declaraba que «las tierras de campesinos ricos, que cultivan ellos mismos o bien con asalariados, no sufrirán intervención estatal», y Diario del Pueblo, tres años después, insistía en una mayor inversión privada en el campo para asegurar el abastecimiento de las ciudades.Sin embargo, Mao declaró la colectivización forzosa, a la manera de los kulaks soviéticos, en 1955. Los propios hechos y la naturaleza de los campesinos habían creado un verdadero sistema capitalista. Frente a los agricultores con experiencia, se cedieron tierras a personas sin conocimientos agrícolas, con lo que los primeros no tuvieron problemas en comprar unas parcelas improductivas por la falta de trabajo y celo en el mismo.

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A pesar de la devolución de fondos y tierras, las autoridades chinas no han decidido renunciar a las experiencias de las comunas agrícolas, y el dilema se plantea en la posibilidad de una convergencia de un sistema de propiedad individual con otro colectivo.

Todo se resume a eliminar el principio maoista de «contar con nuestras propias fuerzas» y eliminar la xenofobia implantada por los radicales del Buró Político, depurados en 1976.

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