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Rallye de Montecarlo

Domiche, de favorito a sorprendente ganador

Aunque partía como uno de los grandes favoritos para la victoria final, el triunfo del, francés Bernard Darniche en el Rallye de Montecarlo puede considerarse como una auténtica sorpresa. El implacable dominio de los Ford Escort, con Waldegaard como destacado líder al comienzo de la etapa final, había hecho pensar que el fuerte y numeroso equipo Fiat-Lancia estaba descartado por completo. Darniche, en última instancia, y por sólo seis segundos de ventaja, salvó al equipo italiano de una repetición del descalabro del pasado año.

Para intentar cubrirse ante cualquier contingencia, los dirigentes de la escudería Fiat-Lancia, con Cesare Florio como máximo responsable, habían previsto un equipo que fuese capaz de ganar el Rallye de Montecarlo cualesquiera que fuesen las condiciones meteorológicas. La base del mismo estaba centrada en el alemán Walter Rohrl y el finlandés Markku Alen. Ambos pilotarían sendos Fiat 131 Abarth y, en principio, habían sido los designados para el triunfo.Pero, ante el desastre deportivo del pasado año, en el que los fallos en la elección de los neumáticos hicieron perder la carrera al equipo Fiat, la escudería italiana había previsto también la incorporación de los nuevos Ritmo, que serán los caballos de batalla en un próximo futuro. Además de éstos, que jugarían su baza si el tiempo fuese muy malo y las carreteras estuvieran cubiertas de nieve, también contaban con dos Lancia Stratos, que aprovecharían su oportunidad si las condiciones meteorológicas fuesen favorables.

Uno de los dos Lancia Stratos iba a ser alineado por el importador de la marca en Francia, de forma seudoparticular, aunque con total apoyo de la fábrica italiana. A diferencia del resto del equipo, y por compromisos particulares, el Stratos francés, que se encargaría de pilotar Bernard Darniche, iba a ser equipado con ruedas Michelín. Esa circunstancia, que puede parecer nimia para un profano, iba a ser decisiva de cara al triunfo final del francés.

La gama de neumáticos que Michelín había preparado para Montecarlo era muy reducida. Esa táctica ya le había dado buen resultado el pasado año, con la victoria inesperada de Nicolás y su Porsche. Al propio tiempo, la amplísima gama de los Pirelli italianos, que calzan al equipo oficial Fiat, había sido una de las razones de los problemas surgidos en la pasada edición, al no tener nunca los pilotos unas ruedas precisas y tampoco lo suficientemente amplias como para cubrir cualquier eventualidad que se presentase en las carreteras de los Alpes, en las que pueden darse juntos, en la misma prueba de velocidad, trozos con hielo, otros secos, otros mojados y aun con nieve.

Esa simplicidad de Michelín, frente a la complejidad de Pirelli, en la que se han vuelto a fijar los pilotos, ha sido parte importante del triunfo de Bernard Darniche. Porque cuando el Ford Escort ya no rodaba como al principio, y Waldegaard, que había salido a la última etapa como líder y con más de seis minutos sobre Darniche, no podía impedir ser batido en todas las pruebas por el francés, éste, en su desesperada recuperación, no podía permitirse un error en la elección de las ruedas más convenientes para realizar cada tramo especial de velocidad. La simple duda podía producir un desequilibrio en el piloto que, con tan escasas diferencias, podía ser decisivo.

De esta forma, ante la impotencia de Waldegaard -uno de los pilotos más rápidos y completos del mundo, por no decir el mejor-, que veía que se le escapaba de las manos lo que podía ser su tercera victoria en Montecarlo, Bernard Darniche, dos veces campeón de Europa (1976 y 77), lograba el éxito más resonante de una carrera que, a sus 37 años, es muy fructífera.

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