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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Un preso contra Blas Piñar

En la referencia que publica EL PAÍS del discurso de Blas Piñar en un cine madrileño, se recogía una frase que dirigía a las mujeres que quedaban a merced de los abusos sexuales de presos en vacaciones de fin de semana. Esta frase cuadra perfectamente en su tradicional línea expresiva en la que denuncia cosas que sólo existen en su imaginación y se calla otras gravísimas que seguramente una rara amnesia crónica le impide recordar.Soy un preso que he gozado de vacaciones de fin de semana y me ha molestado su desafortunada expresión y no puedo menos que responderle con algunas puntualizaciones.

La experiencia sobre la salida de presos a disfrutar de unos días de permiso con nuestras familias ha sido altamente positiva y, con datos concretos en la mano, puede asegurarse que superó los cálculos más optimistas. Que se sepa, ningún preso en vacaciones atacó sexualmente a ninguna mujer y por ello está absolutamente fuera de tono su alusión.

En este país, al que los que no somos ultras también llamamos España, han ocurrido hechos gravísimos, últimamente, que han ocupado las primeras planas de los periódicos y que no han sido protagonizados por reclusos en vacaciones. Que se sepa, no son presos de permiso los que especulan alevosamente en Fuengirola y su entorno, por ejemplo. No hay noticia de que hayan sido reclusos en vacaciones los que han cometido los asesinatos del despacho laboralista de la calle de Atocha, así como las agresiones a algunas mujeres que allí se encontraban. Tampoco consta que las bombas que se enviaron a El Papus y EL PAÍS, con el resultado del asesinato de dos modestos trabajadores, las hayan enviado presos en vacaciones. Tampoco se sabe de ningún preso que aproveche las vacaciones de fin de semana para dedicarse a la evasión de capitales, con lo que esto supone en el incremento del paro. Por mucho que trato de averiguar, tampoco sé de ningún recluso que haya sido sorprendido en un aeropuerto tratando de sacar de España monedas y medallas valiosas. Ningún medio de difusión aventuró nunca la hipótesis de que los asesinatos de Arturo Ruiz y Carlos González los hubiera llevado acabo un preso en vacaciones de fin de semana.

Y hablando de cosas de las que fui testigo, puedo asegurar que los hombres armados y pseudiuniformados que en la cafetería California 47 o el Café Gijón de Madrid obligaron a los que allí estábamos a cantar himnos fascistas, golpeando a los que se negaron, destrozando los locales e injuriando a los presentes no eran presos de permiso. Allí había mujeres, y esos machotes que se presentaron en esos locales apalearon a varias de ellas y a una -cuyo nombre y domicilio conozco- llegaron a estrujarle la punta de un cigarrillo en el rostro, cuya señal aún conserva. ¡Ay, señor Piñar, qué memoria la suya! ¡Hay

(Sigue en página 8)

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