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José Luis Leal defiende el déficit del sector público

«El mayor déficit previsto en la actuación del sector público para 1979 deberá convivir con la neutralización de las fuerles presiones que sobre el Estado.han recaído para que aumente su intervención», dijo ayer José Luis Leal, secretario de Estado del Ministerio de Economía, en el curso de su intervención en la reunión organizada por la Asociación para el Progreso de la Dirección sobre «presentación y comentarios al cuadro de medida económicas».

El señor Leal señaló que los dos problemas básicos con que se enfrenta la política económica en 1979 son la inflación y el empleo, y ambos problemas «son en realidad dos caras de una misma moneda». A estos problemas se les pueden dar dos tipos de respuestas. La primera sería intervenir de forma indiscriminada y voluntarista, olvidando criterios minimos de racionalidad y eficacia económica. La segunda sería una respuesta más liberal, que confía en los mecanismos de la sociedad y que los potencia, asumiendo el Estado la defensa de aquellos estamentos que tienen menos representación y capacidad de negociación, así como la salvaguardia de los intereses generales de la comunidad. El Ministerio de Economía ha elegido la segunda de estas dos alternativas. La adecuada valoración de la elegida desemboca en el debate sobre el peso del sector público en la actividad económica y por consiguiente la magnitud del déficit asumible. Este debate se desarrolla además bajo la influencia de una firme: decisión de otorgar mayores protagonismos al mercado, al igual que se le devuelve a la sociedad el ejercicio de sus propias responsabilidades.«Para un liberal puro -dijo el señor Leal- el déficit del sector público constituye en sí mismo un anatema, aunque de lo que se trata no es tanto de discutir un déficit en sí mismo, sino de conocer las necesidades sociales que la sociedad entiende que debe cubrir.»

Uno de los problemas que habrá que estudiar para el año 79 es el de ampliar o no el campo de la actividad empresarial pública, ya que en 1978 esta actividad no se ha incrementado.

Por otra parte es necesario un incremento de la productividad, sin el cual la renta por habitante no podrá crecer. El señor Leal hizo un llamamiento a la conveniencia de que el sector público no ampliará su presencia antes de conseguir un funcionamiento más adecuado de sus estructuras presentes, ya que «debemos tener en cuenta que nada se regala».

Se refirió también a los problemas del empleo, al decir que la sociedad española debe «dar respuesta al incremento de nuestra pirámide de población activa a partir de 1979, llevando a cabo programas complementarios que persigan una mejor educación y un mayor grado de formación profesional para nuestros jóvenes, así como posibilidades de retiros voluntarios que permitan que los trabajadores se jubilen a edades más tempranas.

La política económica -dijo el señor Leal- no debe configurar el porvenir como pretendían hacerlo los planes de desarrollo, intentando que la realidad entrara en las casillas estrechamente predeterminadas. La política económica debe abrir posibilidades y hacer viables los objetivos que nuestra sociedad se marque».

Señaló también más adelante que hay que «devolver a la empresa y al empresario el papel y el protagonismo que le corresponden dentro de nuestra sociedad. La consolidación de sindicatos de trabajadores supone, por otra parte, además de garantía imprescindible para la consecución de esa sociedad más libre que estamos construyendo, un elemento básico para el eficaz funcionamiento del sistema productivo. Este equilibrio social garantiza además una distribución más satisfactoria del crecimiento».

Terminó señalando que «la política conómica para 1979 abre una serie de perspectivas, se enmarca en una concepción más global de lo que puede ser la sociedad y permite que cualquier tipo de evolución enmarcada dentro de los principios de un liberalismo humanista sea posible, para lo cual todos tenemos algo que aportar».

El presidente de la asociación, Antonio Garrigues, había intervenido previamente ante el medio millar de empresarios presentes en la reunión, con un discurso de claro carácter político. «Aquí hay que aguantar, pase lo que. pase y suceda lo que suceda -dijo el señor Garrigues Walker-; en primer lugar, porque no hay otra solución, y en segundo lugar, porque es nuestra obligación frente al país, y en tercer lugar, porque merece la pena. »

En su opinión, tras las próximas elecciones no va a cambiar sustancialmente la distribución de las fuerzas políticas, ya que UCD y PSOE mantendrán sus posiciones con alguna pequeña diferencia en favor de UCD, y es posible que ambos grupos cedan algún porcentaje a su derecha y a su izquierda.

El señor Garrigues se preguntó a continuación lo que podría pasar si ganaran los socialistas. «El PSOE es un, partido político que siempre ha operado con un admirable respeto a los principios democráticos y es, sin duda, una fuerza política decisiva en el futuro español, gane o no gane las elecciones. En algunos sectores empresariales existen ciertas reservas sobre el modelo económico que ofrece el socialismo español y, en concreto, sobre el espacio económico en el que podría moverse la empresa privada y sobre el alcance interpretativo que podría darse a una Constitución que en estas materias no es, desde luego, un ejemplo de claridad. Si el PSOE ganase las elecciones tendría, sin duda, que clarificar profundamente su posición ideológica frente a la economía de mercado, concepto que en toda Europa nadie sabe ya bien lo que significa y lo que implica. En definitiva, el problema ya no es de concepto, sino de grado, pues si el PSOE pretendiera que el Estado controlara el 70% de la actividad económica, que la planificación fuera obligatoria y que los beneficios soportaran una tributación del 99%, no estaríamos ante ninguna forma de economía de mercado sino en una economía socializada.»

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