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Porta, fortalecido gracias a Castejón

Pablo Porta, que salió del Mundial argentino tocado de ala, acaba de recibir del Consejo Superior de Deportes una ayuda moral inestimable. Las normas que en el Consejo han elaborado los teóricos del deporte pseudoamateur para aplicar a los futbolistas profesionales van a fortalecer a Porta. El presidente balompédico, que fue elegido por los clubs, jugará sus opciones a favor de éstos, y su posición saldrá reforzada. Benito Castejón, por el contrario, se va a ganar los palos de todos los medios de comunicación independientes. Las normas que se pretende aplicar de un modo dictatorial no van a encontrar acogida favorable en ninguno de los estamentos implicados.

Los teóricos del deporte amateur, que durante años no han dudado lo más mínimo en malgastar el dinero que les correspondía administrar a base de inventarse el patrocinio de torneos internacionales que servían para colocar a algunos hombres en organismos mundiales o para clasificar a determinadas selecciones cuyo fin último era el ridículo, juegan ahora la baza demagógica de ahorrar divisas.Si estos teóricos del deporte llamado amateur tienen tanto interés en defender las divisas nacionales deben comenzar su labor por clarificar esas disciplinas minoritarias y deficitarias que tanto protegen. Para empezar no vendría mal eliminar esos costosos viajes a países tan lejanos como Mongolia para participar en torneos de lucha sambo o similares. Para empezar estaría bien destinar los mejores esfuerzos económicos a los deportes olímpicos, que son los que poseen relieve internacional, y dedicar las pesetas de deportes insensatos que nos llegan de lejanos países a la promoción de aquellas disciplinas que forman parte del acervo cultural español.

Si los defensores de las divisas se han vuelto tan estrictos deben comenzar a reconsiderar que no parece muy defendible el hecho de que con el dinero que producen las quinielas, o sea, el fútbol, se paguen fortunas a los americanos de la canasta. Un modo de evitar despilfarros también podría ser el cierre de fronteras a los jugadores de baloncesto extranjeros que impiden el paso a los españoles. Un modo de ahorrar sería evitar que algún club ciclista se expatriara para dar de comer a corredores extranjeros. Un modo de proteger a los boxeadores españoles podría ser promover las veladas en las que no interviniera más de un extranjero nacionalizado o no. Una manera de defender a los profesionales españoles sería impedir la venida de entrenadores extranjeros. Todas estas reducciones al absurdo del tema podrían ampliarse a otros aspectos de la vida nacional.

Con todo, cualquier política puede ser más o menos discutida y más o menos aceptable siempre que esté dentro del campo de la lógica y el respeto a los individuos. Cuando una norma como la que pretende imponer el Consejo de Deportes se sitúa frontalmente a la propia. Constitución no puede ser considerada con el mínimo respeto que deben merecer las instituciones de las que cabe esperar saber y gobierno.

En un país en el que es posible circular con pasaporte falsificado gracias al fútbol, no es admisible colocar a determinados ciudadanos que no han engañado a nadie en situación de españoles de segunda clase. Antes que condenar al destierro a quienes han optado por ser españoles con todas sus consecuencias habría que preguntarse si es ético alinear en la selección nacional de fútbol a algunos individuos que han cruzado nuestras fronteras con documentación amañada. El Athlétic de Bilbao y la Real Sociedad fueron burlados cuando presentaron evidencias de alineaciones indebidas. Las normas que se pretende imponer ahora son también un sarcasmo para quienes no han violado ley alguna.

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