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La Asamblea de Namibia acepta unas elecciones bajo supervisión de la ONU

La recientemente elegida Asamblea Constituyente de Namibia cedió ayer a las presiones del primer ministro surafricano para que se celebren unas nuevas elecciones en el territorio, esta vez bajo la supervisión de las Naciones Unidas. Los detalles de los comicios están aún por precisar, pero fuentes oficiales de Windhoek señalan el plazo de ocho meses como máximo para el desarrollo de esta segunda consulta.

La resolución de la Asamblea es consecuencia de la visita a la capital de Namibia del jefe del Gobierno surafricano, Pieter W. Botha, quien con su ministro de Asuntos Exteriores, «Pik» Botha, ha insistido en la necesidad de obtener el reconocimiento internacional para el nuevo Gobierno del territorio. El primer ministro surafricano había prometido a los cinco miembros occidentales del Consejo de Seguridad utilizar su influencia para la convocatoria de nuevas elecciones.La Alianza Democrática Turnhalle (DTA), el conglomerado tribal apoyado por el Gobierno de Pretoria, que controla 41 de los cincuenta escaños de la Asamblea, ha precisado sin embargo que una serie de puntos clave deben ser negociados con las Naciones Unidas antes de un compromiso formal. Según su líder, Dirk Mudge, estos puntos incluyen el número y competencia de la fuerza supervisora de la ONU, el control de las bases del movimiento de liberación SWAPO (Organización de los Pueblos del Suroeste Africano) en Angola y el cese del apoyo económico de la Organización de las Naciones Unidas a este grupo nacionalista. La DTA se opone también a la retirada de Namibia de los 20.000 soldados surafricanos mientras no cese totalmente la violencia en el territorio.

Por otro lado, Alianza Democrática de Turnhalle emitió también serias dudas respecto a los detalles del plan de la ONU, principalmente en la cuestión de si la ONU podría actuar imparcialmente, puesto que reconoce a la SWAPO como único representante legítimo de Namibia.

El SWAPO es el más importante de los grupos nacionalistas que boicotearon la votación que tuvo lugar en el territorio a comienzos de diciembre. Tal y como se esperaba, las elecciones patrocinadas por Suráfrica fueron ganadas por mayoría abrumadora por la Alianza Turnhalle, una coalición ultraconservadora puesta en pie y financiada, principalmente, por Pretoria para asegurarse un régimen cliente en su frontera occidental. La República surafricana, sin embargo, mantiene todavía las riendas políticas y económicas del rico y desértico territorio que ocupa ilegalmente desde 1966.

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