Madrid acaparó los 1.350 millones correspondientes
El tercer premio de la lotería de Navidad, el 23.489, cantado a las 9.20 horas, fue repartido casi íntegramente en la administración trece, sita en la calle Alcalá, 18, conocida por La Herradura. La misma administración vendió una serie del gordo y varios premios secundarios. En total, de las manos de Angel Raspeño, el vendedor, y Consuelo Blanco, hermana del propietario del local, han salido cerca de 1.800 millones de pesetas. Tanto él como sus compañeros se muestran contentos, a pesar de que a ellos no les ha correspondido nada: «Estamos cogiendo fama de suertudos y eso atrae clientes. »En cambio, en la popular Doña Manolita, de la Puerta del Sol, el señor Callejas -«he perdido la cuenta de los años que llevo aquí»- mostraba una cara apesadumbrada ante su local vacío. Este año no han repartido nada, y lo sienten. Es increíble observar la gama de sentimientos, emociones que giran alrededor de los billetes de la suerte.
El señor Dámaso, del que nadie conoce su apellido, es un viejo natural de Jaraiz de la Vera, que habitualmente compra series en La Herradura y luego las revende en participaciones por los bancos, las cafeterías y los comercios de la zona. Todos los empleados de la cafetería Nebraska, dos puertas más abajo, recibirán sus 250.000 pesetas. Los premios están también muy repartidos entre 33 de. los empleados de la. Confederación de Cajas de Ahorro, en la acera de los impares de Alcalá. De ellos, la que más ha sido María Luisa Santa Cruz, con un millón y medio de pesetas.
Los premios más importantes del tercero han recaído en Zoila Caletegui, de cincuenta años de edad, que en una esquina próxima revende la lotería que compró en La Herradura. Ella se quedó con tres décimos, que ahora se traducen en quince millones de pesetas, y que piensa regalar a su hijo, de veintiún años, trabajador en el hospital Francisco Franco. El conserje del Banco Urquijo, José Lavandiva, compró 10.000 pesetas, convertidas en veinticinco millones de premio para él y sus familiares más próximos.
La oficina fue una fiesta
Una empresa de venta de electrodomésticos, Electrodo, en Capitán Haya, 53, coge un buen bocado. A casi todos los trabajadores les ha caído algún millón. Llegamos allí: la recepcionista, con cara resignada, nos invita, con la mano, a pasar a la oficina. «¿Usted, cuánto?», le preguntamos. «Yo no jugaba nada», responde con cierto aire desolado.
En la oficina contigua, José Luzón, administrativo, nos cuenta que le ha tocado un millón y medio de pesetas. « Eso es lo que me queda limpio -dice- Llevaba mil pesetas y reparte cuatrocientas pesetas.» Otra empleada, Consuelo Estévez, administrativa, parece muy contenta. «¿Cuánto le ha tocado?», es nuestra pregunta. « 1.200.000 pesetas.» «¿Y qué va a hacer con eso?» «Me casaré», responde. Otro cobrador de la empresa, Rufino Rivas, sólo ha cogido 500.000 pesetas. Al parecer, llevaba doscientas pesetas y repartió cien.
Sin embargo, todos quieren que veamos a Nevado. «Aquí está, aquí está ... », gritan. «¿Qué pasa con Nevado ... ?», pregunto. «Le han tocado veintitrés millones de pesetas.» Juan Nevado, cobrador, está de pie al lado de una puerta de la oficina y, al parecer, no muy nervioso. ¿Es verdad que le han tocado a usted veintitrés millones de pesetas?» «Sí, sí ... », responde con un deje de desconcierto contenido.. «¿Y qué va a hacer usted con ese dinero? -preguntamos de nuevo- ¿dejará de trabajar?» «No, no voy a dejar de trabajar», responde Juan Nevado, no muy convencido todavía de que es un modesto cobrador de 29.000 pesetas mensuales de salario, que dispone ya de veintitrés millones de pesetas y que, piensa, dice, seguir trabajando.
Al director de la empresa también le ha favorecido la suerte. Bernardo Racionero se llevará cinco millones de pesetas de este tercer premio. Su secretaria, Conchita Martínez, cobrará tres millones de pesetas de este tercer premio que dejó más de cien millones de pesetas en una empresa madrileña de electrodomésticos.
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