_
_
_
_

Las empresas siderúrgicas francesas anuncian el despido de 21.000 trabajadores

Veintidós mil obreros españoles, residentes en Francia, podrían ser los más afectados, como el resto de la emigración, por la avalancha de licenciamientos que se han anunciado a lo largo de esta semana en la industria siderúrgica. Como en el resto de los países de Europa, la siderúrgica gala ha tirado la esponja: 21.000 supresiones de empleo fueron anunciadas los tres últimos días por las empresas gigantes del ramo. La consternación reina en las dos regiones «siniestradas»: Lorena y la del Norte-Paso de Calais.

Sacilor, Usinor-Chatillon y Hiers-Chatillon, los tres monstruos de la siderurgia francesa, que el pasado mes de julio pasaron bajo control del Estado, han anunciado, durante los últimos días, cerca de 21.000 despidos, que se escalonarán hasta el año 1980. De aquí a entonces, la industria siderúrgica tendrá que suprimir el 15% de sus efectivos totales (cerca de 200.000 personas). Esta oleada de bajas es consecuencia de la reestructuración de la industria siderúrgica planeada por los poderes públicos el último verano. La crisis del acero es universal y, particularmente, afecta a la mayoría de los países europeos: en Alemania Federal, 80.000 de los 200.000 metalúrgicos están en huelga desde hace quince días para conseguir la semana de 35 horas y esto, entre otras razones, para garantizar la seguridad del empleo. En Inglaterra, la industria del acero licencia en proporciones sensibles. En Bélgica, de 6.000 a 8.000 obreros quedarán sin trabajo en los cinco años próximos. En Francia, además de las bajas ya censadas, se calcula que las industrias derivadas de la siderurgia podrían licenciar en los dos próximos años a unas 80.000 personas.La quiebra del acero en Europa se debe fundamentalmente a la llegada en tromba al mercado de los países en vías de desarrollo. Con precios bajos, consecuencia de la mano de obra barata, que, a la hora de la verdad, han agudizado al máximo la competitividad. De aquí las reestructuraciones europeas en marcha con el fin de concentrar la producción en el sector de los aceros especiales.

Las consecuencias sociales, en Francia, son desastrosas. Ya se habla de las regiones afectadas como de «zonas siniestradas». Según los dirigentes empresariales, a partir de 1981, tras la realización de los planes previstos para adaptar la fabricación a las exigencias de la competitividad, la industria siderúrgica volvería a ser rentable, pero esos cálculos, hoy, no consuelan a nadie. El director general de la empresa Usinor, al mismo tiempo que los despidos, anunció dos medidas destinadas a paliar los estragos: crear una cédula de ayuda a la reconversión de las dos zonas afectadas y realizar también una división de «trabajos exteriores», es decir, crear empleos paralelos. Los dos sindicatos más potentes, la Confederación General del Trabajo (CGT), de tendencia comunista, y la Confederación Francesa del Trabajo (CFDT), socialista autogestionaria (tres millones y medio de asalariados entre ambas), divididas hasta el presente cuando se ha tratado de elaborar métodos de acción comunes, se reunirían las próximas semanas para intentar «frenar la degradación de las condiciones de vida de los trabajadores» con una estrategia común. La CGT, por su parte, estima que la modernización de la industria siderúrgica podría hacerse sin suprimir efectivos mediante la reducción de la jornada de trabajo, que, además, elevaría la productividad. Esta misma central propone la apertura de discusiones a escala europea entre los sindicatos, los Estados y los grupos siderúrgicos, para definir una nueva cooperación industrial.

En fin, otro elemento primordial de la debacle siderúrgica en Francia: ¿serán los emigrados las primeras víctimas de la ola de despidos anunciados? La cuestión ha surgido inmediatamente, al comprobar la densidad sustancial de trabajadores extranjeros en las dos regiones «siniestradas»: en el paso de Calais, según las últimas estadísticas, residen 219.232 extranjeros, de los que trabajan cerca de 80.000. Y en Lorena residen como obreros 85.000. En la primera zona viven 9.263 españoles, y en la segunda 12.103. Lo más probable es que, a la hora de los despidos, este sector laboral, cuya participación en la industrialización de las zonas ya citadas es reconocida por quienes recuerdan que los trabajadores extranjeros representan el 16 % aproximadamente de la población activa, es probable sea el primero en sufrir las consecuencias del saneamiento económico de la industria siderúrgica: según estipula la normativa que se aplicará en una fábrica de Usinor para establecer los licenciamientos, los obreros menos antiguos y aquellos no enraizados familiarmente en la región serían los favoritos del desempleo.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_