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El ciclismo en pista quiere resucitar

El ciclismo en pista hace tímidos intentos por resucitar. Esta actividad deportiva, de gran valor como espectáculo, alcanzó enorme fuerza en Madrid en la década de los sesenta con la prueba de los Seis Días, que se celebraban todos los años con enorme éxito de público. Desde el 70 no se volvieron a disputar, y con ellos se hundió prácticamente toda la actividad del ciclismo en pista. Ahora se realiza n tímidos intentos para recuperar esta vistosa especialidad -hace dos semanas hubo una carrera, hace pocos días otra- y se habla de la posibilidad de resucitar los Seis Días.

Guillermo Timoner, seis veces campeón del Mundo de ciclismo tras moto, cogió de lleno la mejor época del ciclismo español en pista. El lamenta enormemente que éste se haya hundido hasta el punto actual: «No me explico cómo se ha llegado a esto. Yo comencé a correr en el Palacio de Deportes de Madrid cuando se inauguró, en el año 59. Durante seis años calculo que correría unas treinta veces, y por lo menos veinte hubo un lleno absoluto, y en las demás, muy buena entrada. Terminó esto de un día para otro porque se cansó el promotor, y no porque perdiera dinero, sino porque le hartaron. El lo explicará mejor que yo. La idea que tengo es que era negocio. Desde luego, a mí nunca me dejaron de pagar. Cobraba nada más terminar la prueba.»

La Federación es el cáncer

Para Timoner hay un culpable: «La actual federación es el cáncer más grande que tiene el ciclismo. En ella hay que buscar la culpa. Ella se debía haber ocupado de que esto no muriera.» Timoner habla así pese a haber sido el seleccionador de pista desde el 71 hasta el año pasado: «Me harté porque no había forma de trabajar con una mínima seriedad. Cada vez se utilizan menos las pistas que hay, y si no se empieza por un trabajo de base no hay nada que hacer. España, precisamente, no está mal de instalaciones en esto. Pero no se utilizan y es como si no las hubiera.»

Domingo Perurena, veterano routier, es de los últimos corredores que alcanzaron a beneficiarse de la pista. Fue vencedor, junto con López Rodríguez, de la última edición de los Seis Días de Madrid, en el año 70: «Aquel año hubo tanto éxito como en los anteriores, y yo recuerdo que cobramos a los diez minutos de terminada la carrera. Pienso que la pista sirve para mejorar la técnica, para mantener la forma durante el invierno y también para ingresar un dinero que nunca viene mal, aunque es una especialidad cansada y dura. Además sirve para crear afición al ciclismo en las grandes ciudades. Es una pena que se haya perdido eso.»

Cómo terminaron los Seis Días

Desde que se inauguró el Palacio de Deportes de Madrid, en el año 59, hasta el 70, Carlos Pardo fue el promotor de las reuniones de ciclismo. Carlos Pardo, periodista de profesión, era el hombre que organizaba, contrataba, arriesgaba el dinero y obtenía las ganancias cuando las había: «Y las había casi siempre, aunque no muy grandes. Quizá no llegase a compensar todo el trabajo que aquello daba, pero merecía la pena hacerlo.» Todo el ciclismo en pista giró siempre en tornó a los Seis Días, la prueba clásica, que Carlos Pardo organizaba siempre a primeros de noviembre. Pero no limitaba a eso su actividad; él calcula que a lo largo de esos años organizó unas cien reuniones de ciclismo. Los Seis Días llegaron a constituir parte de la vida castiza de Madrid. Eran más que un espectáculo deportivo. Había todo tipo de atracciones artísticas en la pelousse y se montaban mesas para políticos, para artistas, para toreros, para futbolistas... El todo Madrid se daba cita allí por las noches para seguir el duelo de las parejas más célebres.

«Dejé de organizar aquello por la cantidad de problemas tontos que encontré el año 69. Primero me dijo Samaranch que en lugar de hacerlo a primeros de noviembre lo hiciese en Navidades. Yo siempre lo hacía a primeros de noviembre para aprovechar la fiesta del día 1 más un domingo que siempre cogía, lo que me permitía disponer de dos fines de semana, por decirlo así; Samaranch quería que lo hiciese en Navidades porque por aquel entonces no se quería prestar el Palacio para el circo, y había uno que lo había solicitado con un en chufe muy fuerte, de Solís, y Sama ranch le había dicho que no podía ser para esa fecha porque había los Seis Días. Me prometió que me lo daría a un costo más bajo, pero me rogó que lo hiciese en Navidades, y yo tuve que aceptar, a pesar de que veía que eran peores fechas, porque la gente sale menos de casa y porque ya son días de muchos gastos. Luego tuve un problema con Antonio Suárez, el ex corredor que había entrado como presidente de la Castellana. A la Castellana se le pagaron siempre 25.000 pesetas en concepto de impuesto simbólico. Pues bien, Antonio Suárez me hizo pagarle ese año 450.000, y me dijo que si no que no se celebraban. Y esto me lo dijo muy a última hora, dos días antes de comenzar. Yo no sé por qué hizo aquello, aunque pienso que estaba resentido con migo porque años atrás Bahamontes había condicionado su participación en los Seis Días a que no corriese Suárez, porque se tenían antipatía. Bahamontes tenía mucho más prestigio y yo tuve que aceptar sus condiciones; se lo expliqué a Suárez como pude y le di una mesa para los Seis Días, pero llegada la hora en que le hicieron presidente de la Castellana vi que no me lo había perdonado. A última hora, además, los porteros y acomodadores del palacio me dijeron que querían cobrar el 500% a partir de las once de la noche, por nocturnidad. Yo eché cuentas y vi que me salía más barato dejar las puertas abiertas, pero la dirección del Palacio me dijo que eso no podía ser y tuve que tragar también con ésto. Para colmo, aquel año, de repente, me cobraron medio millón de calefacción. El Palacio, que Samaranch me lo había prometido más barato que nunca, me costó no sólo más dinero que todos los años anteriores, sino incluso más que la participación de los ciclistas. Ese año perdí dinero. Se lo dije a Antonio Suárez, y me contestó que no hacía falta que hiciera sacrificios, que había cola de gente para organizar ciclismo en el Palacio. Eso me terminó de sentar mal, y decidí retirarme. Y hasta ahora. Tengo la estúpida satisfacción, si se puede decir así, de comprobar que luego nadie ha sido capaz de organizar ni los Seis Días ni nada. Ha habido un par de reuniones en ocho años: el homenaje a Santistebán y no sé qué más.»

Es posible volver

Una historia triste y lamentable, que dio al traste con esta especialidad ciclista. En el tema abunda Juan Carlos Pérez, ex corredor de pista y ahora delegado de escuelas de la Federación Española: «Aunque pertenezca, a la Federación tengo que reconocer que ésta no ha hecho las cosas muy bien. Yo he corrido más en pista que en ruta, he sido un profesional de la pista, y no entiendo que la hayamos dejado morir. Creo que se puede recuperar.» Juan Carlos Pérez es autor de un libro titulado precisamente Ciclismo en pista, cuya segunda edición ultimó recientemente. Confía en que sea recuperable esta modalidad, aunque: «No creo que sea la Federación quien pegue el tirón. Haría falta que volviera un promotor, como era antes.»

Y Carlos Pardo lo está pensando: «Hay mucha gente que me lo ha dicho, entre otros Castejón. En Madrid aquello gustaba mucho, y no creo que se haya muerto toda la afición de entonces. Televisión además se interesaría, según algunos contactos que yo he tenido, porque en color el ciclismo en pista queda muy bien; en aquella época no lo televisaban porque decían que si los ciclistas llevaban anuncios en los jerseys no se podía. Ahora han cambiado los criterios en esto. Y yo creo que habría patrocinadores suficientes como para que las entradas pudieran ser baratas. No se pueden poner caras después de tantos años, porque no iría nadie. De todas formas harían falta por lo menos ocho o diez millones. Fíjese que la mejor pareja que existe ahora, Thurau-Sercu, sale por más de cuatro, porque Thurau cobra 400.000 pesetas diarias, y Sercu, 300.000. Pero se podría hacer. Quizá para el noviembre próximo ... »

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