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Cantares

«Ustedes vosotros», los de- la televisión, nos dejáis sin Cantares, sin la gracia de la exquisitez hortera y kitsch de Lauren Postigo, sin el programa más primitivo y elemental hecho a imagen y sem.ejanza de la propia televisión, de la que era su «tecla y bordón».Lauren Postigo, nacido en Huelva, hijo de «una familia larga y de pan corto» -de ahí la pregunta del ritual antes del paseíllo Flor el tablao: «Tú pasastes mucha hambre, ¿no?»-, promotor de boxeo presentador en salas de fiestas, autor de canciones -entre: ellas el best-seller La Ramona-, director de casa discográfica -para presentar la «salsa» puertorriqueña organiza una cena medieval- y licenciado en idiomas, según afirma, por La Sorbona. «Yo soy, ante todo, un poeta.» O, «yo soy del pueblo». «A mí el pueblo llano y sencillo me adora. Me besan las manos y se les saltan las lágrimas. Y yo me emociono.»

Sin corbata, camisa abierta y medallón al pecho, vestido de corte inglés, vicioso de tonadilla, Lauren Postigo se recluye con las folklóricas en la intimidad del camerino. Allí desnuda, si no las buenas carnes, sí las pasiones (Lola Flores), los celos (Rocío jurado y Conchita Márquez Piquer), las esencias ra ciales (el Príncipe Gitano), el patriotismo (Marujita Díaz), el fango de juventud (María Jiménez) o les saca las lágrimas (Concha Piquer y Estrellita Castro). Allí, más que en presentador, Lauren se convierte en manager pero guardando siempre las distancias.

«Yo no soy un cursi. Yo hablo así porque soy andaluz», dijo el hombre que resucitó a gloria efímera a entero museo de las folklóricas. «Su voz está a medio camino de la alondra y el jilguero.» «Yo siempre he dicho que Lola Flores es verano y que se muere cada otoño, huele a aceite y canta con los ovarios.» Pero Lauren Postigo pasa de estas filigranas con un quiebro, a la tristeza del pasado artístico, a los enredos de bodas y separaciones para culminar con aquél «Y tú, Lola, ¿dónde te gustaría morir?»

En el Corral de la Pacheca no había trampas, no habla playback. Las flores son naturales y la bandera nacional de Marujita Díaz era un grito espontáneo del Viva España. Los espectadores eran tan reales como la señora gorda del abanico y los turistas japoneses. Por eso Lauren Postigo descubrió maravillado que a su propia mujer, La Camboria, de quien es promotor desde los diecisiete años, le gustaban los fenómenos parapsicólogicos y creía en la reencamación.

«Y tú, Lauren, ¿qué piensas de Cantares?»

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