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Reportaje:

El largo y polémico secuestro de Marcella la Boroli

Juan Arias

«Esperaba esta tarde llena de esperanza para poder abrazar a mi hijo, a mi marido, a mis familiares, pero me dicen que mi angustia no termina, que alguien está impidiendo el desenlace de esta tragedia.» Esta carta de Marcella la encontró la familia en una cabina telefónica dentro de un paquete de cigarrillos vacío en un barrio de Milán, después de una llamada de teléfono de sus secuestradores. Era el domingo pasado. Desde entonces no se sabe nada de esta mujer, si está viva o muerta. Mientras tanto, su historia ocupa las primeras páginas de los diarios y ha dividido a la opinión pública, porque lo que ha sucedido es que cuando dos familiares de Marcella estaban a punto de encontrarse con los secuestradores para entregarles 250 millones de pesetas, fueron arrestados por los carabineros por orden de la Magistratura.La operación había sido seguida momento a momento por la policía, por orden de los jueces, los cuales habían ya bloqueado todos los bienes de la familia para impedir que pudieran pagar el rescate pedido por los carceleros. La familia ha reaccionado duramente. Ha hecho saber a los secuestradores de su hija que a pesar de todo harán lo posible para entregarles el dinero y han acusado duramente a4a Magistratura por «su falta de piedad». Les han recordado a losjueces que no pueden existir dos medidas distintas-cuando se trata de un ciudadano cualquiera o bien de un político, y recuerdan el caso reciente del secuestro del hijo del líder socialista Francesco de Martino, ex secretario general del Partido -Socialista. El mismo partido hizo en aquella ocasión una suscripción para recoger los cien millones de pesetas que fueron entregados por el rescate sin que lo impidiera lajusticia.

El juez Bruno Siclari sigue en sus trece y ha respondido que su decisión es un. problema de conciencia y.que será inflexible...

Dos líneas en la Magistratura

El primer magistrado que en Italia tomó una decisión semejante fue Ferdinando Pomarici, en el caso Alberghini. Desde entonces empezó a «explotar» la polémica entre la línea «dura» de los jueces y la línea «blanda». La gente se divide también en este caso en dos bandos. Hay quien piensa que debería ponerse de acuerdo toda la Magistratura para actuar igual en todos los,casos. Otros piensan que cada -caso es distinto, pero, entonces, ¿no es este uno de los casos más humanos posibles? Algunos jueces creen que sólo impidiendo a los secuestradores la posibilidad de obtener el rescate puede ponerse un freno a este gran comercio que hoy está considerado como la mayor industria italiana. Otros opinan que el Estado debe hacer todo lo posible ,para capturar a los delincuentes y que en ningún caso se puede impedir, ya que el Estado no logra extirpar esta mala hierba, que los familiares hagan todo lo posible para salvar la vida inocente del secuestrado.Los argumentos para defender ambas tesis se multiplican cada hora que pasa. Se dice que en muchos casos, aun después de haber pagado el rescate, los secuestradores han matado- igualmente al rehén. Mientras, otros afirman que después de las decisiones de algunos magistrados de impedir el pago del re.scate, los secuestros habían disminuido y que es esta la línea que se debe seguir. Por lo que se refiere al- caso de Marcella, algunos juristas opinan que precisamente en estos casos llenos de piedad y en el caso de los niños es donde hay que ser más duros, por que, contrariamente, si los delincuentes se dan cuenta que en estas situaciones la justicia es más blan da y permite con mayor facifidad contactos y compromisos con la familia, se multiplicarían los secuestros y empezarían también a secuestrar a enfermos y ancianos.

Y mientras la polémica continúa en ambas direcciones, la gente no ve la hora en que esta mujer vuelva a su hogar con el fruto concebido en sus entrafias. Piensan que este hijo que está creciendo en la peor de las injusticias, como lo es la falta de libertad, es el símbolo de esta humanidad que no respeta, en sus bajos fondos de la delincuencia, ni siquiera la vida que aún no ha nacido.

Es como si la gente íe dijese a los jueces: «Dejad que vuelva esta madre a su casa y después empezaréís a ser duros con todos sin excepciones.» Lo que pasa es que cada caso, para quien lo sufre, siempre único y entrañable.

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